Presidente del Congreso, ¿para qué?

Este mes, el Congreso elegirá nuevamente al parlamentario que lo presidirá por un año. Cada vez que me han dicho: “Doctor, ¿y usted por qué no se postula?”, mi respuesta ha sido la misma: “¿Para qué?”.

Francamente, no me parece un cargo apetecible. Presidir las interminables sesiones del Pleno, usualmente anodinas en agenda, a menudo con intervenciones paupérrimas y personajes grotescos, debe ser una verdadera tortura. Por supuesto que la labor del presidente es mucho más importante y compleja que eso: es el funcionario que vela por el equilibrio de fuerzas al interior del Parlamento, el correcto funcionamiento de sus diferentes áreas y oficinas, y la calidad de la agenda legislativa. Más allá de ello, el presidente del Congreso es también quien podría devolverle al Parlamento la confianza y el respeto de la ciudadanía, así como los niveles de decencia, eficiencia e idoneidad que se merece esta institución pilar de la democracia. Sí, digo podría, porque en la realidad, los presidentes del Congreso se suceden pero este involuciona. La degeneración ha sido especialmente notable este último año.

Quien presida el Congreso debe liderar de manera transparente, imponer respeto y autoridad, limpiar la casa y ponerla al servicio del país, por encima de sus propios intereses, los de su partido y —mucho menos— los de su jefe político. Debe dar la cara, atender a la prensa y sentar postura sobre la coyuntura, en equilibrio con los otros poderes y organismos autónomos del Estado. Es decir, todo lo contrario a lo que hemos visto últimamente.

Hace unos días me preguntaron qué candidaturas apoyaría para la próxima Presidencia del Congreso. Respondí que solo dos, ambas parlamentarias que han demostrado firmeza, convicción e integridad en su desempeño: Norma Yarrow (RP) y Lady Camones (APP), siendo la segunda digna de mención por sus cualidades personales, y muy a pesar de los serios pasivos que su partido y su bancada arrastran, entre ellos el magro legado de Soto y la dudosa asociación con el gobierno de Boluarte. ¿Es posible enderezar el rumbo de este Congreso? Yo creo que sí. ¿Veremos candidatos idóneos? Lo dudo.

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