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Redacción PERÚ21

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Guido Lombardi,Opina.21glombardi@peru21.com

Es inevitable que uno desarrolle una relación singular con los espacios físicos de las ciudades que habita. En San Miguel hay una infinidad de lugares estrechamente vinculados a mis propios avatares: la Feria Internacional del Pacífico, donde –siendo todavía un niño, me parece que en 1961– me enamoré de una vez y para siempre de un carro exótico e inalcanzable: el Alfa Romeo Giulietta Sprint.

También, por supuesto, el fundo Pando, donde cursé los últimos años de mi formación universitaria y disfruté de algunos rincones secretos, ahora desaparecidos, que acogían con amabilidad y paciencia a los bulliciosos estudiantes de la Universidad Católica.

Pero hay sobre todo un espacio que, desde mi particular punto de vista, es lo más importante de San Miguel, por las implicancias que tiene para toda la ciudad: la Costa Verde, en cuyo desarrollo y continuidad me consta que el alcalde ha puesto imaginación y esfuerzo.

Publicar un libro como el que comentamos es una manera de honrar al distrito de San Miguel y a sus habitantes.

Hay que felicitar entonces la iniciativa de Salvador Heresi y el notable y documentado trabajo de Augusto Tamayo San Román, además de la pulcra edición que contiene imágenes de extraordinaria belleza.

Creo que el libro refleja fielmente lo que San Miguel es hoy y ese reflejo no puede sino entusiasmarnos y llenarnos de optimismo sobre la capacidad de recuperar espacios públicos.

Pero me hubiera gustado encontrar algunas páginas dedicadas a lo que San Miguel será en un futuro cercano.

Si como dijo un ilustre estadista, "el hombre es del tamaño de sus sueños", hay que mostrar esos sueños. Prosperidad y desarrollo para el más antiguo de los pueblos de Lima.