"Si queremos dejar de tener un Congreso tan desconectado de nuestras posiciones, no debemos hacer concesiones en ese sentido al dar nuestro voto", sostiene Alberto de Belaunde. (@photo.gec)
"Si queremos dejar de tener un Congreso tan desconectado de nuestras posiciones, no debemos hacer concesiones en ese sentido al dar nuestro voto", sostiene Alberto de Belaunde. (@photo.gec)

El 11 de abril próximo, el Perú elegirá un nuevo Congreso de la República. La oferta de candidatos es amplia, y en los próximos meses veremos un torrente de propuestas, debates y planes, que podría ser abrumador para el votante promedio.

¿Cómo elegir bien a un representante? Me animo a plantear algunas preguntas que pueden hacer los ciudadanos para orientarse en esta importante decisión.

Sin duda, el tema más urgente ahora es la crisis sanitaria. La pandemia del ya ha cobrado la vida de casi 100,000 personas en el Perú, según las cifras de exceso de mortalidad del Sinadef. Y todo indica que estamos en el inicio de una segunda ola, tal vez más grave. Por ello, resulta pertinente preguntarles a los candidatos al Congreso qué piensan hacer en este contexto, tomando en cuenta sus competencias constitucionales (legislativa, fiscalizadora y de representación).

En su respuesta, es necesario que trasciendan de la crítica básica a los errores cometidos y planteen verdaderos planes alternativos. ¿Cuáles son las lecciones que nos ha dejado el primer año de pandemia y qué harían distinto a partir de julio? Es algo que muchos no detallan.

Conectado a lo anterior, sería importante también tener claro qué es lo que los candidatos entienden por ser oposición, rol que estadísticamente es muy probable que tengan que asumir, ya que solo uno de los grupos será gobierno. La respuesta podría resultar más aterrizada si les pedimos que evalúen el rol opositor de los últimos dos Congresos. ¿Están de acuerdo o en desacuerdo con las oposiciones ahí ejercidas? ¿Qué harían distinto?

Del mismo modo, la crisis y recuperación económica serán temas que marcarán la agenda de los próximos años. ¿Tienen los candidatos una idea clara de lo que se puede hacer y –tal vez más importante– lo que no se puede hacer en materia económica desde el Congreso? ¿Cómo interpretan el artículo constitucional que señala expresamente que el Parlamento no tiene iniciativa de gasto? ¿Qué importancia le dan al análisis costo-beneficio de los proyectos de ley? ¿Planean legislar en contra de la opinión técnica del BCR y el MEF, como ha ocurrido en este periodo?

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Otro tema que se ha tornado relevante, tras las reiteradas crisis políticas, es el de la necesaria reforma constitucional. Se ha vuelto una idea llamativa para muchos el replantear o reescribir la Constitución, pero pocos salen del lugar común. Los candidatos deben ser claros en señalar qué artículos se quieren modificar y para qué. Evaluemos bien sus respuestas: la Constitución es la norma más importante de nuestro ordenamiento jurídico, pero tampoco es una varita mágica que solucionará todos nuestros problemas.

Es muy importante recordar que, al votar, no solo elegimos a candidatos de forma individual. También grupos parlamentarios. Los congresistas serán parte de un equipo en el Parlamento y el apoyo de estos es decisivo para poder cumplir con las promesas que hagan los candidatos. ¿Las propuestas que nos están planteando los candidatos son a título personal o representan a toda la lista? ¿Cuentan con un plan de gobierno parlamentario o solo con el plan de gobierno presidencial?

A estas interrogantes sumaría aquellos temas que nos interesan particularmente. Por ejemplo, debemos saber qué proponen los candidatos de cara al principal reto de nuestra generación: el cambio climático. Necesitamos tener la certeza de que trabajarán una agenda concreta y ambiciosa sobre el tema. ¿Qué opinan sobre la posibilidad de un impuesto al carbono? ¿Presentarán alguna iniciativa para promover las energías renovables?

Y la misma claridad debemos buscar en temas como la igualdad de género y la agenda de derechos civiles de las personas LGBT. Si queremos dejar de tener un Congreso tan desconectado de nuestras posiciones, y que se logren avances en el siguiente periodo legislativo, no debemos hacer concesiones en ese sentido al dar nuestro voto.

Estos son solo algunos ejes. Mientras más aterrizadas y concretas sean las preguntas, más posibilidades tendremos de poder filtrar adecuadamente. Es una labor intensa pero muy importante que también corresponde a la ciudadanía. Asumámosla para tener un mejor Congreso.

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