(Foto: AFP)
(Foto: AFP)

El título de esta columna lo tomo prestado del editorial de hace dos días del diario brasileño O’Globo en el que señalan que la nueva información que puedan proveer los de Odebrecht a los fiscales peruanos tiene un potencial devastador para ex autoridades peruanas. Todo confirma que esta novela brasileña aún tiene para rato. Además, da credibilidad a las teorías conspirativas contra el equipo especial a cargo de estas investigaciones y contra el reciente acuerdo que ha logrado abrir las compuertas de la información.

No es necesario darle muchas vueltas al asunto para darse cuenta de que los políticos y funcionarios implicados harán lo que sea para evitar que el proceso que busca destejer redes de corrupción llegue a buen puerto. Ya sea cuestionando el acuerdo suscrito o bajándose al equipo de fiscales, todo se justificará con tal de salvar a los jefes, amigos y, quién sabe, a ellos mismos. ¿Qué otro motivo explicaría tanto alboroto?

El papel que está jugando en todo esto el fiscal de la Nación es particularmente delicado. Se supone que él no es un actor político, pero diera la impresión de que desde su mismo despacho se estuviese dirigiendo la operación de obstrucción. Han pasado varios días desde que el rumor del desmantelamiento del equipo especial Lava Jato ha comenzado a circular y la respuesta más visible del fiscal Chávarry ha sido exigir explicaciones a fiscales brasileños sobre el respaldo público que les dieron a sus pares peruanos. Si no es cierto que retirará a los fiscales Rafael Vela y Domingo Pérez, ¿por qué no zanja el tema de una vez?

Difícil prever el desenlace final, pero no tengo dudas de que tumbarse a los fiscales que han traído resultados es una operación suicida. Sea Navidad o Año Nuevo, el país, que en esto sí está cohesionado, no lo aceptaría.

TAGS RELACIONADOS