La gran noticia climática de la semana viene de los Estados Unidos y en particular de la ciudad de Los Ángeles, estado de California, donde viven algo menos de 20 millones de personas en toda su área metropolitana.
Los Ángeles es esencialmente una ciudad costera. Como Lima, está diseminada desde la costa y se extiende hacia el pie de una pequeña cordillera denominada Sierra Nevada. Esa cordillera que tiene a Los Ángeles y toda California en su lado occidental, a su vez se encuentra en su lado oriental con el conocido desierto de Mojave.
El clima del sur de los Estados Unidos determina que entre los meses de setiembre y abril se establezca ocasionalmente un sistema de alta presión sobre el desierto de Mojave. ¿Qué cosa es esto? Básicamente una masa de aire que golpea con fuerza la superficie del desierto y cuyo contenido de humedad (finalmente es un desierto) es mínima. Muchas veces debajo de 10%. Ahora bien, ese aire seco busca lugares con presiones reducidas que normalmente las encuentran fuera de la costa de California. Al estar cerca un lugar de altas presiones y otro de bajas, lo que va a suceder es que el aire se escape en forma de viento por la superficie del área de alta presión – en este caso el desierto de Mojave – al área de baja presión – en este caso el mar frente a la costa de Los Ángeles – mientras mayor sea la diferencia de presiones, mayor velocidad tendrá el viento que saliendo del desierto de Mojave, cruzará la superficie de la Sierra Nevada y de allí bajará a Los Ángeles camino al mar. A esos vientos se los denomina los vientos de Santa Ana.
Esta última semana los vientos de Santa Ana se han presentado con mucha fuerza y han generado una gran masa de aire muy seca por toda el área metropolitana de Los Ángeles.
Nunca nadie sabe dónde empieza la primera chispa. Ya hemos visto, en el caso peruano y sudamericano entre el invierno y primavera últimos, lo que ha sucedido en medio de la sequía: algunos focos de incendios que se extendieron en medio del ambiente seco por media Sudamérica.
Lo de Los Ángeles es muy parecido. Las primeras chispas empezaron a encender los primeros arbustos secos y las chispas empezaron a saltar de bosque en bosque.
Al cierre de esta columna, 36,000 hectáreas están bajo condición de fuego activo, 10 personas han perdido la vida y más 9,000 viviendas y edificaciones han sido consumidas por las llamas a un costo que se estima ya entre 130,000 y 150,000 millones de dólares. Aproximadamente la mitad del Producto Bruto Interno del Perú. Y esta tragedia, aún no termina. Sin embargo, los vientos están perdiendo fuerza lo que ayuda a combatirlos.