Podio indeseado

Mis amigos mexicanos siempre argumentaban que el tráfico en CDMX era peor que el de Lima, pero ya vemos que no, les ganamos. También vencimos a las caóticas Nueva Delhi y Yakarta. Hasta superamos a Dhaka, la ciudad más densa del mundo, donde el tiempo que puede tomar ir de un lado a otro es incalculable. En esos países asiáticos, desbordados por el caos, las compañías de taxis por aplicación, como Uber y las otras, ofrecen servicios en moto más que en carros porque es la única forma de atravesar la ciudad en un tiempo razonable.

En Lima estamos empeorando a un ritmo acelerado. En un año pasamos del noveno puesto a ser la tercera ciudad del mundo con más tráfico. Estamos en un podio en el que ninguna ciudad quisiera estar. Los limeños registran 58% de tiempo extra en el tráfico en cada viaje en promedio, así que la vida en Lima se define cada vez más por lo que sucede mientras estamos atrapados en el embotellamiento de Javier Prado y la Túpac Amaru.

Esto no solo sucede por la proliferación de colectivos informales y la circulación de camiones a toda hora, como algunos especialistas sostienen, sino porque en los últimos años casi toda la infraestructura de la ciudad ha sido pensada para incentivar el uso de vehículos privados. Se insiste en reducir el costo de su uso cuando se debería hacer todo lo contrario. Un primer paso es cambiar el número de estacionamientos que se exige en los nuevos edificios. Debería haber un número máximo, no uno mínimo. También se deben reducir al mínimo los estacionamientos gratuitos. Tu carro, tu problema.

En paralelo, Jorge Muñoz y Martín Vizcarra tienen que declarar el sistema de transporte de Lima en emergencia. Es un sistema que mata por accidentes y contaminación. Mientras tanto, aún no hay noticias de la famosa ATU. ¿Para cuándo?