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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Por ello es que, ante las reveladoras cifras de la pobreza a nivel nacional, es en Cajamarca donde nuestra sorpresa cobra relevancia: si existe un pedazo de tierra en nuestro millón y pico de kilómetros cuadrados donde el término pauper no significa (o debería significar) nada es en las bendecidas tierras del norte.

Cuando emergieron los Andes y dotaron a Cajamarca de minerales, jamás imaginaron que la impericia ideológica de un sujeto postraría en el atraso a su pueblo de esta manera. Y es que no hay otra forma de explicar lo que ahí sucede.

Gracias a una breve presentación del Instituto del Perú, podemos comparar la evolución de los departamentos más pobres al nivel histórico (Huancavelica y Apurímac) frente a la dotada Cajamarca. En ella, podemos observar cómo estas dos zonas, que en el 2010 aún contaban con niveles de pobreza de 63% y 62%, mientras Cajamarca contenía aún 55%, hoy las dos primeras han bajado al 47% y 43%, mientras Cajamarca se mantiene aún en el 53%. Esto, vale la pena recordarlo, ocurre en los últimos 4 años; o lo que es igual, durante el gobierno de Gregorio Santos.

Los cajamarquinos han presenciado algo casi insólito: mientras el país se desarrollaba en un modelo de mercados, su tierra se mantenía postrada en el atraso por la visión de un político con distintas creencias. Creencias socialistas, de paso. Y vaya que tuvieron diferentes resultados.

Santos prometió el desarrollo de Cajamarca sin minería; hoy, vemos las conclusiones de su equivocación: la agricultura y ganadería no bastan, el turismo se ha desplomado por las asonadas violentistas de su grupo y otros afines, y la minería se retrotrae bajo nuestras narices. El pueblo de Cajamarca es pauper, aunque la tierra sea rica, por las ideas de Santos.