Hace unos días, el INEI publicó los datos de la pobreza entre 2017 y 2024. Algunos puntos clave:
Primero, ¿cómo se calcula la pobreza? Son consideradas pobres aquellas personas cuyo gasto mensual es menor de 454 soles; y no son pobres, pero sí vulnerables, aquellos cuyo gasto mensual es menor de 741 soles. Con esas líneas de pobreza, el número de pobres en Perú en 2024 fue de 9’395,000 ciudadanos, esto es, 27.6% de la población.
Segundo, entre 2019 y 2024 la pobreza subió de 20.2% a 27.6% del total de la población del Perú. Esto significa que mientras en 2019 había 6’491,000 pobres, en 2024 surgieron 2’904,000 nuevos pobres. De hecho, la pandemia fue determinante. Sin embargo, en 2021 el porcentaje de pobres fue de 25.9%, mientras que en 2024 ascendió a 27.9%.
La razón principal es el lento crecimiento económico, principal herramienta para bajar pobreza. En 2023 la economía cayó 0.6% y en 2024 creció 3.3%, ambas cifras insuficientes para observar reducciones de pobreza. La meta debe ser por lo menos 4% anual de manera sostenible.
Tercero, los departamentos con mayores porcentajes de pobreza fueron Cajamarca con 45% y Loreto con 43%, mientras que los menos pobres fueron Madre de Dios (11.1%) y Moquegua (11%).
Cuarto, si sumamos el número de pobres más aquellos que son vulnerables, la cifra en 2024 asciende a 20’219,000 ciudadanos. Sin ninguna duda, un número preocupante que muestra que, por un lado, la economía crece muy poco y, por otro, los programas sociales no funcionan. Algo tiene que estar mal.
Quinto, el porcentaje de pobres que cuenta con un empleo informal asciende a 90.5%. Casi podríamos decir que ser pobre es sinónimo de ser informal.
Sexto, el ingreso real por habitante disminuyó de 1,302 soles en 2019 a 1,196 soles en 2014, mientras que el gasto lo hizo de 986 soles a 891 soles en el mismo periodo.
Algunas conclusiones: primero, Perú no ha recuperado los principales indicadores sociales previos a la pandemia. Segundo, aproximadamente 62% de la población es pobre o vulnerable. Tercero, a partir de esta data se entiende la molestia de gran parte de la población; si sumamos la inseguridad creciente, la frustración es aún peor. Veamos la evidencia empírica de países que reducen pobreza. La clave uno está en el crecimiento económico que, a pesar de que no lo es todo, se acerca bastante. La clave dos está en un Gobierno que use bien los recursos provenientes de la recaudación tributaria. Nada de esto quita que existen dos problemas que subyacen a todas las cifras mostradas: la corrupción y la informalidad. Cuarto, tenemos que buscar soluciones. Y en ese campo debemos agregarles a las críticas permanentes algunas propuestas. Ser propositivo es fundamental.
Las noticias que se propagan vía redes son todas negativas; hasta ahí se entiende, tal como lo dicen los datos. Lo que hay que hacer es agregarle una propuesta de salida. De lo contrario, seguirá siendo fácil estar en el lado de los críticos permanentes sin aportar nada.
Falta mucha humildad. Todos creen tener la razón. Sin embargo, ¿cuál es su propuesta de solución? En mi caso, acepto que no sé cómo se puede enfrentar el problema de inseguridad ni tampoco el de la corrupción. Apenas tengo algunas ideas sobre cómo bajar la informalidad. Prefiero decir que no sé a creer que sé. ¿Qué sugiere usted, estimado lector?
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