(USI)
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Un informe publicado por El Comercio el día lunes, elaborado por el periodista Mauricio Chereque, dio a conocer que el 50% del plan de gobierno de Renzo Reggiardo para la alcaldía de Lima, contiene fragmentos de textos cuya fuente original no ha sido citada. En otras palabras, una parte importante del documento presentado por el candidato al municipio capitalino ha sido plagiada.

Ante esta situación, el señor Reggiardo ha esgrimido una serie de argumentos para defenderse de la denuncia. Ha dicho, por ejemplo, que lo detectado en su plan es “una omisión involuntaria” y no un plagio. También ha dicho que él no ha visto las partes cuestionadas del plan e incluso ha llegado a decir que este tipo de denuncias son una consecuencia de la posición que ostenta en las encuestas.

Además, el señor Reggiardo se ha preocupado en dejar claro que los plagios en cuestión (aunque él los llama omisiones), no se encuentran en la parte del plan donde se plantean sus propuestas para Lima. Casi como si la ausencia del problema en un capítulo bastara para subsanar todo lo que ocurre en el resto del documento.

Con esto el señor Reggiardo se suma a la ya larga lista políticos involucrados en casos de plagio en nuestro país. Anteriormente hemos tenido el descarado caso de César Acuña en la campaña electoral pasada, el del proyecto de ley presentado por el congresista Elías Rodríguez, el detectado en el plan de gobierno del Apra en el 2015 y, así, un lamentable etcétera.

Con esto en mente, empieza a parecer que el plagio, más que un vicio efímero, es una costumbre entre nuestras autoridades y, así, síntoma de una enfermedad más grave. Y es que este tipo de acciones tramposas pueden ser percibidas por algunos como infracciones menores, pero la verdad es que de robar ideas ajenas a robar otras cosas, no hay mucha distancia. Sin duda este tipo de casos son testimonio de la bancarrota moral de nuestros políticos y funcionarios.

En el caso concreto de los plagios en los planes de gobierno, esto solo nos recuerda la debilidad de nuestros partidos políticos ¿Cómo es posible que una agrupación política no tenga un equipo técnico capaz de producir ideas propias o, por lo menos, que sepa citar las fuentes utilizadas? ¡Basta con cursar el primer ciclo en una universidad para saber referenciar tu trabajo correctamente!

Sin embargo, sería mezquino pensar que esta es solo una actitud propia de los políticos. El plagio es una ocurrencia común en todo el país y lo cometen estudiantes, docentes y hasta lo ha cometido el mismísimo cardenal Juan Luis Cipriani. El hecho de que esto lo veamos en quienes nos representan (o en los que quieren hacerlo), solo deja claro que nuestras autoridades son un reflejo de la sociedad en la que surgen.

Así las cosas, parafraseando la famosa frase de César Acuña “no es plagio, es copia”, queda decir que en nuestro país esto no es plagio, es costumbre.


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