Esto tras la modificación de la Ordenanza N°035-MDLV. Sin embargo, la informalidad continúa en el emporio comercial. (Foto: GEC/Miguel bellido)
Esto tras la modificación de la Ordenanza N°035-MDLV. Sin embargo, la informalidad continúa en el emporio comercial. (Foto: GEC/Miguel bellido)

Los modelos piramidales han sido usados en miles de oportunidades y cientos de latitudes para hacer negocios de forma correcta o para capturar a incautos que resbalan bajo la promesa de dinero fácil; muy bien. Uno de los principales retos que nuestro país enfrenta es cómo ampliar la base tributaria para, en sencillo, recaudar más ingresos y enfrentar el importante hueco fiscal.

El asunto pasa porque la forma más sencilla de aumentar la recaudación será siempre ejercer mayor presión sobre los contribuyentes formales, por encima de buscar a nuevos pagadores de impuestos.

Esto tiene su explicación en que es mucho más barato en términos de información y de inversión de horas hombre exprimir al grande conocido que encontrar y formalizar al nuevo por conocer. Así, el Estado enfrenta año a año la paradoja de cómo es que podría convocarse al mercado formal a parte medular de ese 70% de transacciones que se dan de espaldas al Estado y que no dejan un margen de contribución para personas que probablemente luego sí harán uso de los servicios por los que jamás han pagado. Hay en la pirámide una idea para revertir esta compleja situación.

Si cada empresario informal recibiese incentivos fiscales por parte del Estado por cada nuevo empresario informal que el primero ayude a llevar al sistema, los incentivos para que los informales pasen a la formalidad quedarían mucho mejor alineados. El Estado jamás tendrá mejor información que los propios comerciantes que abandonaron la informalidad para formar parte del sistema sobre cómo encontrar a otros como ellos y tampoco sabrá cuáles son los reales motivos que los empujaron a tomar una decisión tan relevante. Los mejores argumentos para el pequeño comerciante informal los tiene el pequeño comerciante formal.

Así, el Estado podría crear redes piramidales que penetren los mercados en los que la informalidad campea para poder enfrentar con solvencia un problema que debido a la asimetría de información es hoy una migraña constante. Además, quienes ya son formales sentirán que su esfuerzo no solo paga un rédito frente a la Sunat, sino que también les confiere beneficios económicos directos de los que disfrutarán si suman a esta cruzada formalizadora. Cruzada sin la cual el país quedará atrapado en la trampa de la pobreza y no habrá reforma que surta efecto, pues las leyes no carecen de virtudes mágicas borgianas.

Ahora, reformas como estas requieren de conocimiento y práctica, pero sobre todo de voluntad política. Andar de viaje por la península Ibérica en momentos como estos, lo que necesitamos es a un presidente que se dedique a pensar en soluciones y no a vestir disfraces de corte.

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