La píldora. (GEC)
La píldora. (GEC)

En el Perú, el conservadurismo ha estado tan enraizado que un método anticonceptivo esencial como la píldora del día siguiente ha tenido que pasar por un debate judicial de años para que finalmente sea accesible de forma gratuita en centros de salud. Felizmente, un juzgado ya ordenó al Minsa que continúe con su entrega, confirmando que la píldora no es abortiva y que acceder a ella es un derecho.

Somos los últimos de la región en normalizar un asunto sobre el que –en las políticas de salud del mundo occidental– ya casi no existe debate. En Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, los anticonceptivos orales de emergencia se entregan de forma gratuita en los establecimientos públicos de salud desde hace buen tiempo, y en Brasil es lo primero que le dan a una mujer luego de una violación.

En Perú, en cambio, la píldora solo era accesible si tenías dinero. Se podía comprar en una botica, pero si se trataba de una chica sin un sol en el bolsillo, no tenía opción. Si había sufrido una violación, tenía que asumir un embarazo. Lo mismo si tuvo sexo sin protección.

Además, la prohibición de entregar la píldora en postas traía la inevitable consecuencia de la estigmatización y desinformación que afectaba, sobre todo, a los más pobres que por ley veían su libertad totalmente restringida.

Esta decisión judicial se trata del derecho que tienen las mujeres a decidir libremente cuándo quieren tener hijos. Se trata, además, de hacerles frente a los infames antiderechos que buscan imponer creencias, miedos y un sentido de culpa que no todos tendríamos que compartir, mientras arrinconan a peruanos y peruanas. Lo que el país necesita es mente abierta y mantener muy lejos de cualquier política pública esos prejuicios que responden a dogmas y no a la evidencia.