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Petroperú, una muerte anunciada

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Una lección básica de economía —para dummies— no caería mal en varios conspicuos representantes de la izquierda, pero curiosamente también sería útil en algunos trasnochados de la derecha recalcitrante, para que entiendan que el dinero público no cae del cielo y que se debe tener una responsabilidad mayor si uno tiene el cargo para disponer de fondos
públicos. 

Las empresas públicas o privadas funcionan y son viables mientras tengan la capacidad para la generación de utilidades. Tal vez se puede hacer concesiones cuando inician operaciones, para que se les pueda dar un periodo de gracia mínimo; pero es insostenible que una empresa pueda funcionar con subsidios permanentes, como sucede en el caso de Petroperú, que está recurriendo al Estado para que financie sus pérdidas financieras como si fueran una especie de anualidades, pagadas con fondos públicos.

Petroperú es una empresa quebrada que ha estado siendo financiada estos años con dinero del erario, con pérdidas cuantiosas y una deuda impagable. Por eso, se entiende que el actual directorio ha presentado un plan de reestructuración de la empresa que incluye la posibilidad de declararla en quiebra, porque ya no es posible mantener una empresa insolvente, a la que lamentablemente este Gobierno de Castillo y Boluarte le acaban de dar la estocada final.

Petroperú es la muestra palpable del fracaso de modelos anacrónicos que pretenden que el Estado haga empresa, pero con la condición de que estén a disposición del Gobierno de turno y la burocracia enquistada, que, por cierto, disfruta de exorbitantes sueldos y gollerías; en la situación financiera en que se encuentra la compañía, es una aberración y un despropósito sin nombre.

Petroperú es una herencia de pésimas decisiones de los Gobiernos de turno, desde Alan, Humala, PPK, Vizcarra y que ha llegado al extremo con el Gobierno de Perú Libre, cuando se convierte en un botín para que pillos, que se ufanaban ser de izquierda, tomaran por asalto una empresa pública que debió ser un modelo de éxito, con todas sus dificultades, como CODELCO en Chile, o Pemex en México, o la propia Petrobras en Brasil y hasta Ecopetrol de Colombia, que están en el mismo rubro.

Y pensar que hay camaradas que creen todavía que nacionalizando vamos a salir de la pobreza, cuando el problema no es el tipo de gestión de la empresa, sino la corrupción rampante que toma por asalto el país.