(César Fajardo)
(César Fajardo)

Redacción PERÚ21

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Galán de telenovelas, actor de teatro, claun, conductor de radio y TV, de Perú21, productor y, ahora, entrevistador. Estas son las múltiples facetas de , quien el lunes debuta con Wantan Night, un magacín de entrevistas en Plus TV. Va de lunes a viernes a las 11 p.m. Lo buscamos para hablar sobre su nueva faceta, la TV y su empatía con la gente. Aquí su voz.

¿Cuánto has viajado?Mucho, pero me gustaría viajar mucho más.

¿Cuán desordenada ha sido tu vida?Nunca lo ha sido… al menos no tanto.

¿Cuánto te has juergueado?Mucho.

¿Cuánto has leído?Poco.

¿Hasta dónde has llegado por una obra de teatro, por un concierto, por una película?He ido hasta la China.

¿Dirías que has vivido?Sí, pero más antes, en otras vidas.

¿Eres un buen conversador?Sí. Me gusta mucho lo que hace Jimmy Fallon y, de acá, Jaime Bayly. En los 90 hacía un programón. Los tiempos han cambiado, pero esa capacidad de conversar libremente, sacar cosas personales y divertidas es algo que envidio y que me encantaría poder hacer. Creo que los seis años que tengo en Radio Capital me han dado la libertad, las herramientas y la capacidad de poder conversar y ser divertido, incluso a partir de temas triviales.

Pero la cámara marca una diferencia grande con respecto a la radio…Cuando estoy conectado no le tengo temor a la cámara. Si algo puedo decir a mi favor es que puedo engancharme y conmoverme y también aburrirme, obviamente, sin ser malcriado, porque no lo soy.

A nuestra televisión le sobra solemnidad y chabacanería pero le falta ironía, sarcasmo, humor inteligente…Es que los peruanos somos chabacanos y solemnes. A veces tenemos espíritu de ministerio y hablamos, refiriéndonos a nosotros mismos, en tercera persona; usamos expresiones del tipo "a mi persona", hablamos de "nuestra madrecita"; no tocamos a la mujer "ni con el pétalo de una rosa". La ironía es un recurso que me gusta, que siento mío. Soy cachoso, sarcástico. Conforme he ido creciendo también he aprendido a usar la ironía, pero con cuidado, pues a muchos no les gusta, muchos no la entienden.

Me has dicho que no te gusta mucho el ser humano. Pero para conducir un programa en la radio o salir a hacer entrevistas en la televisión hay que tener cierta empatía con la gente. ¿Cómo solucionarás esto?No lo sé. Conozco al ser humano, ya conocí bastante de la gente, y ya no quiero conocerla más, pero sí quiero conversar con ella, escucharla… hasta conmoverme. Sí, quizá la gente sea como una cebolla y te puede hacer llorar, pero también puede ser como un porro y hacerte reír (risas).

Dices que eres un buen conversador, ¿tenemos buenos conversadores?Todo el mundo te puede dar la talla, uno puede conversar con cualquier persona. Si pudiera conversar con Susy Díaz, a otro nivel, lo haría.

Ella es muy divertida…Por supuesto, no hay que tenerle miedo. Es un personaje de la puta madre, brillante. Haré un programa sin prejuicios, porque no hay que tenerlos. Un día invité a Melcochita a la radio pero no como humorista sino como sonero, y tuvimos un programa del carajo. Claro, le puso mucho humor a su presentación porque empezó a sonear como chino, como árabe, como japonés: es un icono –así, sin acento– popular. Nos caímos tan bien que haremos juntos una película.

¿Y podrás tener programones con poetas, escritores, pintores e intelectuales?Por qué no. Con todo el mundo se puede hacer algo paja. Me encantaría, también, sentar en el set a un chofer de combi. Uno puede tener a alguien muy acartonado y serio, pero siempre será posible sacarle algo divertido, al menos a esto aspiro. Pero, cuidado, Wantan Night será un programa de entretenimiento. El otro día vi una entrevista con José Carlos Agüero, hijo de senderistas abatidos por el Ejército y autor de Los rendidos (IEP). Me gustaría entrevistar a personajes así, pero quizá no se ajusten al formato del programa.

¿Cuánta televisión ves?Mucha. Mi actitud frente a ella es la misma que tengo ante todo espectáculo que decido ver –en teatro, música, cine–; llego a ella sin prejuicios, no me enrollo, no me complico. Cuando no quiero pensar en nada, cuando recién me he despertado, enciendo la tele y veo la historia de Dorita y Luiggi sin ningún problema. Cuando quiero ver solo aquello que me gusta, voy a Netflix y veo películas, series, documentales.

Estás metido en el mundo de la televisión desde hace varios años, tu mirada es especializada, entonces, ¿eres capaz de ver sus costuras, sus remiendos?Es verdad, conozco al lobo por dentro y sé dónde están sus costuras, sus remaches; por lo tanto, no me hago paltas. Sé que hay un montón de cosas armadas y las puedo identificar con facilidad, pero eso no es lo que me molesta. En mi columna de Perú21 ya casi no escribo sobre televisión porque sería bien doble cara que, después de haber conocido cómo es, me dedicase a hablar mal de ella. Mi postura ha cambiado radicalmente después de hacer televisión abierta. Hoy sé cómo son las cosas, cómo funciona el negocio.

Saliste de la televisión abierta porque no te gustaba lo que hacías…Sí. Estar en cable marca una diferencia abismal: uno no está bajo la guillotina del ráting, lo que permite hacer cosas con mayor tranquilidad; es decir, hacer un producto cuidado, sin concesiones, apostar más por la calidad antes que por ganar público… que también interesa. Claro, se puede hacer algo similar en la TV abierta, pero eso significa invertir, arriesgar, darse un tiempo, pero quienes ponen el dinero no están dispuestos a hacerlo.

AUTOFICHA

■ "De chico, me escondía debajo de la mesa y desde allí veía el mundo. Mi vacilón era escuchar a los adultos, a esa gente rarísima. Por eso soy actor: me gusta meterme en la mente de los otros y ver qué sucede allí".

■ "Quise ser galán de telenovelas. Era otra época, no existían los Christian Meier, tan altos, tan guapos. Yo era galán de Los de arriba y los de abajo, de gente fea (risas), actores todos".

■ "Estoy en El crédito (Teatro Pirandello), obra donde actúo con Sergio Galliani. Es la primera vez que trabajamos juntos y Ricardo Morán, el director, le ha dado un papel que normalmente me dan a mí (ríe)".

Por Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)