A los dos minutos del segundo tiempo, Friaça metió el gol que ponía en ventaja a Brasil. En el estadio había 200,000 personas, cinco veces las que llenan nuestro Estadio Nacional. Todas gritaron al mismo tiempo. Ruido potente que paraliza. Obdulio Varela, el capitán uruguayo, recogió la pelota del arco y corrió a reclamar. El árbitro George Reader solo hablaba inglés.
Varela solo sabía español. Obvio que no se entenderían. Vaya usted a explicar en señas una posición adelantada. Llamaron a un intérprete. Pero a Varela solo le interesaba enfriar el juego. Si se hubiese reiniciado de inmediato, Uruguay habría sido arrollado como todos los que habían enfrentado a Brasil. Antes del saque del gol, Varela repetiría la arenga a sus compañeros: “No piensen en toda esa gente, ni miren para arriba, el partido se juega abajo, y se gana con los huevos en la punta de los botines”. Al final, Uruguay ganaría 2 a 1 y sería el campeón mundial de 1950. La historia conoce ese partido como el ‘Maracanazo’.
Varela fue un tipo notable. Lo llamaban el ‘Negro jefe’ porque era las dos cosas. El apellido era Muiños, de su padre español y comerciante. Pero usaba el Varela de su madre, negra y lavandera. Una tarde, los dirigentes de Peñarol le dieron de premio 500 pesos por vencer a River Plate, a sus compañeros solo 250. Reclamó. El premio debía ser igual para todos. Así fue. Poco antes del Mundial, hubo huelga de futbolistas pidiendo el derecho a tener sindicato. Duró 17 meses, aguantó trabajando de albañil que era lo que podía con su tercero de primaria. Cuando le preguntaron si entrar al Maracaná fue horrible, contestó que no, que lo horrible había sido de niño ir descalzo en invierno repartiendo diarios para ganar el pan. La noche en que fue campeón mundial se fue de incógnito a bares. “Tudo foi por Varela” escuchaba llorar a los brasileños y los consolaba bebiendo con ellos. Cuando le reprocharon no haber celebrado la victoria, respondería “mi patria es el pueblo que sufre”.
Carajear no basta para voltear partidos, ni lo puede hacer cualquiera. Para lograr epopeyas se requiere la arenga de un jefe de verdad, como Varela, con autoridad a punta de ejemplo, con sabiduría para guiar, que conozca y cuide a todos, que desprecie la vanidad del poder. Se requiere también un equipo que se compre el pleito, solidario, capaz de superar derrotas, dispuesto al sacrificio para ganar. Líder y equipo. Vale para el partido de este domingo. Vale mucho más para los partidos pendientes contra nuestra pobreza y miseria.