Estamos tocando fondo como sociedad y como país, porque esta ola de violencia y criminalidad que afecta a la población está llegando a extremos. Todos los días se tiene crímenes por encargo, sicarios asesinando, sin que las autoridades del Estado muestren algún avance en esta lucha. No solo son asesinatos sino también violaciones. A noviembre tenemos 3,536 casos de violencia sexual escolar, la cifra histórica más alta, según el portal Síseve del Minedu. Esto suma a las violaciones que se dan todos los días, sobre todo a menores de edad.
El caso de una niña de solo 12 años violada y asesinada salvajemente, ante la anomia justamente de la Policía Nacional y las autoridades responsables de garantizar la seguridad ciudadana, ha generado una profunda indignación y se hace de manifiesto el descrédito con el Gobierno, el Congreso, el sistema de justicia y la propia Policía Nacional, venida a menos.
Qué se puede esperar si se tiene a un impresentable de ministro del Interior, abogado de delincuentes y que buscaba exculparlos de sus delitos y ahora solo se dedica a defender incondicionalmente a la presidenta, al hermano y parecería que también al otro prófugo de la justicia; lo hace porque se siente respaldado por la extrema derecha en el Parlamento, hasta el alcalde de Lima sale al frente a defender todo este zafarrancho que ha desencadenado.
Por eso causa tanta indignación el aprovechamiento político que quiere hacer este Gobierno y varios afiebrados congresistas, que no se les ocurrió mejor idea que plantear la pena de muerte para salir al paso de su incapacidad, como si el incremento de las penas fuera a disuadir a los delincuentes de cometer delitos. Se aprovechan del sentimiento de la población, que en el aspecto instintivo sentimos que debemos hacer justicia, si es posible con nuestras propias manos, frente a casos execrables de violaciones sexuales a niñas y niños.
Soy padre de dos niños, se me estremece el alma de pensar lo que están viviendo los padres de la niña violada y asesinada en Villa María del Triunfo. Y, la verdad, siento que deberíamos cobrar justicia personalmente, pero no se puede. Vivimos en sociedad, en un Estado de derecho, que a pesar de que hoy está siendo copado por impresentables, tenemos que defender la ley y por supuesto la Justicia, para no perder la racionalidad al impartirla con firmeza. Además, recuerden que a estos politiqueros no les importan los niños, solo buscan tapar sus negligencias.