Con mis hijos no te metas (Juan Ponce)
Con mis hijos no te metas (Juan Ponce)

En una esperpéntica demostración de lo poco que en el fondo les interesa la educación de sus hijos, ya que por encima de su bienestar anteponen dogmas religiosos propios del medioevo, el colectivo fundamentalista Con Mis Hijos No Te Metas volvió a sacar de paseo sus infames carteles de “sexo anal” y “orgías en el aula”, esta vez con algunos niños en edad escolar al lado de ellos y con la anuencia de la mayoría aprofujimorista, algunos de cuyos miembros no solo facilitaron su acceso a la plaza Bolívar sino que hasta se aventaron iracundos discursillos en el mitin en contra de lo que ellos estrábicamente denominan ‘ideología de género’.

Resulta por lo menos sorprendente que la insólita autorización para que una protesta llegue hasta el frontis del Congreso de la República venga de su propio presidente, Daniel Salaverry, quien hasta ahora se había conducido con relativa ecuanimidad y mesura en situaciones conflictivas.

Cabe esperar que su sentido de la proporcionalidad le alcance para autorizar ahora no solo las marchas del orgullo gay, como irónicamente comentó el congresista Carlos Bruce, sino quizás protestas menos privilegiadas y más urgentes como la de los vecinos del distrito de Carabayllo –realizada ayer también, casi a las mismas horas, en la avenida Túpac Amaru– que exigen a las autoridades la instalación de servicios básicos de agua y desagüe en la zona donde viven.

El mitin de la plaza Bolívar, con tabladillo y todo, a pocos pasos de la puerta del hemiciclo, solo sirvió para que los apurados transeúntes de la avenida Abancay oyeran una vez más las disparatadas frases hechas e insultos que –en su afán de calumniar las políticas del Ministerio de Educación, comunes a todas las democracias modernas– de seguro han llevado a que muchos niños, incluidos los hijos de estos ‘protestantes’, googlearan términos que seguramente oían o leían por primera vez, como “sexo anal”, “orgías”, “perversiones”, “contra natura” y similares, porque, aunque no quieran aceptarlo, son ellos quienes los están empujando a interesarse por esos temas que tanto dicen rechazar.

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