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Redacción PERÚ21

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Guido Lombardi,Opina.21En realidad, estaba cantada desde la primera semana de febrero. En ese momento, conocida la decisión de La Haya, Villanueva intentó hacer cambios para balancear –neutralizar parecía una tarea imposible– la influencia de la primera dama y "sus ministros" en el gabinete.

Solo entonces algunos se dieron cuenta de que el exitoso líder regional pretendía institucionalizar el Ejecutivo y dirigir el gobierno estableciendo una relación directa con el presidente.

Es una lástima que el presidente Ollanta Humala no haya percibido la urgencia de las demandas de Villanueva, ocupado como estaba por los temas derivados de La Haya, la crítica situación en Venezuela y su visita al Medio Oriente.

Y es lamentable porque hemos perdido cuatro meses en un momento en que era indispensable no solo mantener el rumbo, sino darle un nuevo impulso al crecimiento económico apoyando el desarrollo regional. Como sabemos, nadie es imprescindible, pero, en esa tarea, Villanueva resultaba casi indispensable.

Cornejo, en cambio, quien se destaca por sus cualidades "técnicas", no parece reunir las características de decisión y manejo político que se requieren en estos agitados tiempos. Quienes lo conocen afirman que le cuesta tomar decisiones con cierto grado de audacia. No es por cierto un hombre al que le sobre imaginación y no parece incómodo con la necesidad de "doble instancia" con la que se resuelven hoy los temas fundamentales.

Castilla, escudero de la primera dama y alabardero mayor, aparece como el ganador de este enfrentamiento que no es político ni doctrinario: es el triunfo de los que pertenecen a la claqué y la derrota de los que buscaban apertura y transparencia.

Puede ser un triunfo pírrico, sobre todo por el poco elegante papel de cuchillero que le asignaron los guionistas. Perdemos todos.