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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Para un grupo de analistas, las razones detrás de la informalidad estriban en el modelo económico: en dicha mirada, el neoliberalismo suscribe la precariedad del trabajo para beneficio de los capitalistas. Siendo este un análisis marxista de los hechos, es el Estado el que debe imponer mayores beneficios y derechos, así como una supervisión gubernamental que fiscalice de manera efectiva. Esto ya se ha hecho, incluso en demasía, y no ha funcionado.

El problema de esta mirada es que su marco de análisis no calza con la naturaleza humana. Así de simple y sencillo. Ni el valor de los bienes está delimitado por el trabajo ni mayores reglas harán efectiva la decisión estatal. Si esto fuese así, Rusia, China, Cuba y muchos otros ejercicios de planificación central habrían logrado sus objetivos. Como sabemos, fue todo lo contrario: seguir estos errores conceptuales los llevó a la ruina.

El valor del trabajo, así como de otros bienes y servicios, es subjetivo, delimitado principalmente por la utilidad que producen. Esto sonará muy teórico para muchos, pero es un reflejo de la realidad y por ello es que debemos analizar nuestra informalidad bajo una perspectiva sensata, que siga el comportamiento del ser humano.

La razón de la alta informalidad no es otra que la maraña regulatoria y los costos que abultan al empleador a costa del empleado. Pierden todos: empleados, empleadores y Estado. Pero es el Estado el que debe revisar sus incentivos; de hacerlo, notará que reduciendo la rigidez mejorará el empleo y la formalidad, aumentarán los salarios y los impuestos.

Dicen que el neoliberalismo desreguló el mercado laboral, lo cual es falso. Se desregularon los mercados de bienes y servicios, y enhorabuena: la economía crece y los precios relativos bajan. Falta hacerlo en el trabajo.