Moíses Mamani
Moíses Mamani

Lava Jato ha tenido un impacto negativo en la confianza de los ciudadanos en el Gobierno, los políticos y las grandes empresas. Y ha servido de alguna manera para distraer la atención de lo que es la pequeña corrupción. Esa que los ciudadanos y empresarios tenemos que enfrentar todos los días cuando lidiamos con el Estado. Y es que la sobrerregulación en el Perú es un incentivo perverso para la creación de redes de tramitadores y “facilitadores”.

Intente usted cuadrarse cerca del Touring para iniciar sus trámites para el brevete y será inmediatamente abordado por varios tramitadores. ¿Necesita sacar una licencia de funcionamiento municipal? Olvídese de hacerlo por su cuenta. ¡Imposible! ¿Tiene que obtener algún derecho o permiso en alguna entidad del gobierno regional o nacional? Vaya preparado para que el funcionario le informe que todos los documentos que usted trae, y que están de acuerdo a ley, no están a la entera satisfacción de “la autoridad”. Pero no se preocupe. ¡Faltaba más! Aquí le pasarán el contacto del “primo” especialista en preparar el expediente. Alguna inspección, y recibirá diligentes funcionarios públicos que imponen tasas por debajo de la mesa para “tener una buena relación con la autoridad”.

¿Asqueado? Welcome to Perú. Lo descrito líneas arriba sucede todos los días, en todos los distritos y provincias del país. La informalidad, la pendejada y el “tú sabes cómo es la nuez” no es solo cosa de los ‘mamanivideos’, es cosa de todos los días. Y todos los ciudadanos la enfrentamos. Niéguese a acceder y podrá ver cómo la “autoridad” le va a negar todas las autorizaciones que pueda necesitar. Y a ver si así podrá hacer empresa en el Perú.

¿Quién se ocupa de esta pequeña corrupción, que en realidad no es tan pequeña? ¿Quién defiende al ciudadano frente al Estado?

Es cierto que la megainvestigación por corrupción Lava Jato, que involucra a cuatro gobiernos democráticos sucesivos y a gran parte de la élite política y empresarial peruana, ha tenido un serio impacto en los ciudadanos y en la confianza de estos en el Estado.

Pero no es menos importante la pequeña corrupción y los costos de transacción que ella genera. Los esfuerzos del Estado peruano en controlar la corrupción no son suficientes si estos no consideran los trámites, las tasas y los “primos” con los que los ciudadanos tenemos que lidiar cada día.

El gobierno del presidente Vizcarra tiene la tarea de comenzar a limpiar la casa.

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