Pendencias y pendientes

“(...) deben encontrar una solución al conflicto de una vez por todas. Y lo mismo vale para las agendas de seguridad ciudadana y de economía”.
Congresistas opinaron sobre el pedido de reflexión del presidente Martín Vizcarra respecto a la aplicación de la prisión preventiva. (Foto: GEC)

Después de los sangrientos sucesos de Semana Santa, el ecosistema político local se abarrotó de titulares provenientes de Curitiba, y no era para menos: el Ministerio Público corroboraba la mayoría de sus hipótesis de trabajo respecto a las pistas de corrupción alrededor de notorios expresidentes, excandidatos, exalcaldes y grandes empresas privadas, amén de casi medio centenar de funcionarios de alto y mediano rango.

Sin embargo, la vida en el Perú continúa y el presidente Martín Vizcarra finalmente pudo reemplazar a los dos ministros renunciados hace once días. A decir verdad, las caras nuevas del gabinete no son tan nuevas, pero la experiencia y la trayectoria son siempre bienvenidas, con tal de que se afronten las tareas pendientes sin mayores dilaciones.

Esto último es crítico para el Gobierno, no solo porque han quemado una buena cantidad de días desde la última encuesta y ya se viene la siguiente, sino porque ya tiene que poner el pie en el acelerador para avanzar en la solución de temas perentorios, como el de Las Bambas.

Sería cuando menos discutible afirmar que no se haya estado haciendo ningún esfuerzo al respecto, pero las negociaciones parecieran haber avanzado solo para retroceder unos días después, y así sucesivamente. Es cierto que los comuneros, tras casi 90 días de movilización, lejos de sus hogares, dan cada vez mayores señales de intemperancia, con nuevas demandas –algunas de ellas descabelladas– y altisonantes proclamas en los medios, pero termocefalias aparte, tanto los negociadores del gabinete como los de la empresa tienen ya el cronómetro en contra y deben encontrar una solución al conflicto de una vez por todas.

Y lo mismo vale para las agendas de seguridad ciudadana y de economía, cuyos indicadores registran todavía muy leves signos de movimiento.

Respecto a las reformas del sistema político y judicial, la pelea está en el Congreso, donde la dizque desalbertizada –y luego realbertizada– oposición keikofujimorista se ha crecido ante el empequeñecimiento de la aprobación presidencial y ha vuelto a las andadas. Pero igual el Ejecutivo tendrá que dar ahí las batallas que correspondan, que como se ven no son pocas.

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