Pena de muerte: Necesario debate Político-Ciudadano. (Getty)
Pena de muerte: Necesario debate Político-Ciudadano. (Getty)

La violación y terrible muerte de Camila, una niña de apenas 4 años a manos de un adolescente, así como los feminicidios cotidianos que nos conmocionan, han puesto otra vez sobre el tapete la aplicación de la pena de muerte. El propio presidente de la República Martín Vizcarra se ha pronunciado el domingo último, lanzando la pelota al nuevo Congreso, para que este inicie un debate sobre tan polémico tema.

El consenso sobre la pena de muerte es imposible. Sin embargo, es menester analizar con detenimiento este tema, sobre todo en la actual coyuntura nacional, con un país que viene afrontando una creciente ola criminal que afecta a la sociedad de un modo transversal.

Existen posiciones a favor y en contra de la sentencia capital. Los opositores sostienen que tal medida no disuade y mencionan la experiencia de otros países en los que existe y subsisten los delitos. Los que están a favor argumentan que, con esa medida, se erradicará de la sociedad a un sujeto irrecuperable, evitando más víctimas a futuro, con el consecuente ahorro al erario nacional de gastos inútiles en la manutención del criminal.

El principal escollo se presenta en el plano jurídico, debido a que el Perú suscribió el Pacto de San José, el que prohíbe a sus países signatarios la aplicación de la pena de muerte. Existen, por supuesto, los mecanismos para renunciar al tratado, como la modificación de la Constitución que demandaría, por lo menos, dos años, con el riesgo de recibir un ‘apanado internacional’. Más allá de la aplicación de la pena capital, han surgido otras propuestas radicales, como la castración química del criminal. Este planteamiento también ha sido cuestionado pues solo evitaría el uso del órgano sexual del varón, pero no resuelve la vesania, la crueldad, la violencia –física y psicológica– y la eventual muerte de la siguiente víctima.

Mirar el tema de costado no resuelve nada. Es indispensable abrir el debate nacional y salir de la zona gris de las indecisiones frente a fenómenos que nos afectan todos los días y que generan una incertidumbre permanente sobre la seguridad de los niños, niñas y mujeres –sus potenciales víctimas–.

Esto debe acabar; los ciudadanos merecemos una respuesta firme de nuestras autoridades. ¡Bienvenido el debate! ¡Bienvenida la discusión con valentía, profesionalismo y criterio! ¡Sí se puede!

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