(César Campos/Perú21)
(César Campos/Perú21)

Los cuestionamientos a la extrañísima compra de la explanada del estadio Alejandro Villanueva por la congregación El Aposento Alto son harto conocidos. En el entramado de esa venta aparecen un vendedor de 92 años que recibió US$600 mil antes de morir, el apellido Orellana y un millonario pastor violentista de nombre Alberto Santana que apoyó en 2016 al fujimorismo y que dice actuar por designo de Dios.

Alianza Lima ha cuestionado esa operación de venta infinitas veces, amparándose, con razón, en el D. Leg. N° 19434 con el que el gobierno de Velasco, en 1972, les entregó ese terreno en el corazón de Matute.

El intento de los evangélicos para apoderase de la explanada sin una autorización judicial configuraría el delito de usurpación. Quien de forma pacífica posee un terreno, solo puede ser desalojado de él mediante mandato judicial. ¿En quién encuentran respaldo para sentirse tan empoderados como para realizar una invasión así de ilegal en el centro de la ciudad? Dudo que en la Santísima Trinidad.

Por eso, es difícil de creer que esta operación no tenía alguna relación con la presencia de KF y Gonzalo Chávarry en el Congreso el día de ayer. Igual, cortina de humo o no, la hinchada aliancista desde las redes sociales apuntó directamente contra los cuarteles naranjas, lo que evidencia que la imagen autoritaria forjada por el fujimorismo ha tocado también las puertas del deporte rey.

Tal vez la hipótesis de la hinchada sea cierta y, si se investiga un poco más, como un buen amigo aliancista anotó ayer, seguro terminemos identificando a algún “diputado, un juez, un fiscal, un par de abogados, un arquitecto o en su defecto un novelista, un par de periodistas, un arzobispo, un cardenal, una virgen que llora y una virgen de verdad y quizás a Fujimori”.

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