(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

Enfrascado en su propia demagogia y sitiado por sus cuentas pendientes con la justicia, el gobierno sigue sin darse cuenta del papel protagónico que la minería juega en la economía del país. Estamos hablando de una de las patas sobre las que se sostiene la mesa del abultado presupuesto general de la República de 2023.

Conviene recordarlo pues el elevado precio de los metales en los primeros meses del año ya no alcanzará semejantes picos y, por consiguiente, el valor de las exportaciones caería en el segundo semestre.

En esta primera mitad del año, según ha confirmado al diario Gestión la agencia Fitch Ratings, la producción de cobre en el Perú cayó severamente debido a los interminables conflictos sociales, y a contrapelo de la entrada en funcionamiento de nuevas operaciones mineras. La misma agencia señala que la disminución del precio del cobre “está exponiendo riesgos a la trayectoria de crecimiento económico y cuenta corriente del Perú… La parálisis y turbulencia política han llevado a la erosión del clima de inversión y atenuado la perspectiva de crecimiento económico más allá de la expectativa de referencia en nuestra revisión de abril del 2022, concluye la conocida agencia de calificación de riesgo

Las repercusiones de este informe no se harán esperar, pues ya debe estar sobre el escritorio de los ejecutivos de los principales fondos de inversión y empresas mineras del mundo. El Perú se ha vuelto un territorio hostil para los grandes capitales, no solo mineros.

El informe no llama la atención, pues desde que se instaló en Palacio no vemos en Pedro Castillo y su cohorte de amanuenses una actitud promotora de la inversión ni tampoco una voluntad decidida para destrabar conflictos que afectan a grandes proyectos extractivos.

Entre ellos destacan, cómo no, por su magnitud, Las Bambas y Cuajone, pero hay muchos más. Algunos afrontando demandas realmente absurda e incumplibles, que tan pronto se apaciguan no tardan mucho en volver a estallar, sin que el Ejecutivo les encuentre una solución definitiva que devuelva la estabilidad una actividad tan crítica para el desarrollo del Perú, tanto en materia de divisas como de empleo o credibilidad internacional.

Tal como andamos, ese “mendigo sentado en el banco de oro” del que hablaba Antonio Antonio Raymondi tendrá que seguir comiendo, pues, de su pobreza.