[Opinión] Mónica Delta: Inepto sí, corrupto no. (Foto: Presidencia de la República)
[Opinión] Mónica Delta: Inepto sí, corrupto no. (Foto: Presidencia de la República)

El presidente Castillo reconoció errores y, habló –al menos como intención– de un propósito de enmienda. Sin embargo, a la hora de hablar de vínculos que rozan con la presunción de delitos, como el caso de Karelim López, rechazó la afirmación pero sin detalle alguno. El mensaje que el mandatario ofreció ante el Congreso parecía un adelanto del 28 de julio.

En realidad, el contexto de su presentación es claro. Una moción de vacancia admitida, obligó al Ejecutivo a mover fichas para bajar la tensión entre el Gobierno y el Parlamento, con un ofrecimiento de tender puentes, convocar al Acuerdo Nacional y buscar un pacto de no agresión que garantice que se queden todos.

Al término del discurso entendimos el juego “good cop, bad cop” con la intervención de Aníbal Torres, que no esperó ni 24 horas para advertir, en tono de perdonavidas, que la propuesta de adelanto de elecciones (se van todos) no fue expuesta por el jefe de Estado, a último minuto, para dar una oportunidad más a la representación nacional de lograr acuerdos.

Pedro Castillo tiene aún los votos para que una vacancia no prospere, pero no muestra una decisión para hacer los cambios dentro del gobierno. El discurso ha sido, como han expuesto varios periodistas, casi una copia de lo que dijo el primer ministro, cuando solicitó el voto de investidura. No es posible vislumbrar un diseño de estrategias económicas y sociales por falta de un correlato político saludable.

Parece que estaremos en “más de lo mismo”, pero en realidad es peor, porque al país comienzan a bajarle las calificaciones de confiabilidad y subirle las calificaciones de riesgo. Castillo se ha sentido obligado por la circunstancia a otorgar un gesto político que algunos perciben como manotazos de ahogado, pero el país necesita una verdadera reforma gubernamental y política.