Viajero frecuente
Viajero frecuente

El presidente de la República se pasa los días viajando de un lado a otro dentro del territorio nacional. Lleva a cabo costosas sesiones del gabinete ministerial en capitales del interior del país, ofrece encendidos discursos haciéndose la víctima de un complot en su contra, lanza promesas que rara vez cumple y fustiga a quienes considera enemigos del régimen y –por lo tanto– “del pueblo”, en cuanta plaza pública visita.     

El Congreso no le volvió a dar permiso para salir del Perú, no precisamente por los papelones que suele hacer en el exterior, sino por la cantidad de escándalos de corrupción que, ya bajo el escrutinio de la justicia, lo involucran directamente a él y a sus allegados inmediatos. Ante ello, Castillo pareciera haber reforzado su estrategia política, intentando ahora soliviantar a lo que él denomina “organizaciones populares” del interior del país.    

Un llamado a la movilización que, como apuntan los analistas, solo tiene por objetivo seguir minando la institucionalidad de nuestra democracia y que puede conducir a peligrosos enfrentamientos, en lugar de, justamente, enmendar el rumbo y tomar medidas realistas para mejorar la vida en esas provincias que visita por algunas horas.        

Es este un gobierno que pretende hacer creer a la ciudadanía que la frecuencia de sus desplazamientos es la mejor evidencia de su voluntad descentralizadora, pero, como ha informado Perú21, no tiene absolutamente nada para mostrar en el aniversario de regiones tan importantes del país como Arequipa, Piura y Huánuco, hoy en el olvido. De lo único que podría hablar, en cambio, es del retraso en la ejecución de obras de envergadura que bien podrían dinamizar la economía.    

Así, Castillo se dirige continuamente a las regiones en busca de mejorar su imagen, pero no porque de verdad esté comprometido con ellas, pues sigue dejando de lado las obras que estas necesitan. Obras sustantivas, transformadoras, que generen empleos, ingresos, negocios conexos y, en general, desarrollo para poder sacar de la pobreza a tantos compatriotas que actualmente sobreviven a duras penas a la inflación, la falta de alimentos y el desgobierno en que está sumido el país.   

Si todos los ciudadanos del interior recibieran la atención de la que hoy goza el distrito de Anguía, en Chota, de donde provienen Castillo y familia, podríamos decir que el viajero frecuente trabaja para todos los peruanos. Pero lo cierto es que, para el resto del país, solo hay discursos.