Y aunque el presidente dice estar dispuesto a convocar a profesionales capacitados para que lo ayuden a gobernar y a encauzar su gestión, pareciera que muy pocas personas solventes están dispuestas a acercarse a un gobierno que viene socavando la institucionalidad con su política de amiguismo y compadrazgo, que transa con la informalidad (en el transporte, la educación y la minería), que tiene graves denuncias de corrupción y que, en general, tiene abundantes pasivos. Muy pocas personas parecen estar dispuestas a colaborar con un gobierno que viene perdiendo legitimidad a raudales (tiene 60% de desaprobación, según la última encuesta de Ipsos).