(Foto: Congreso)
(Foto: Congreso)

Al salir un destape de un nuevo escándalo en el gobierno de Pedro Castillo, lamentablemente uno se cerciora que no es la excepción sino el común denominador, que se repite como una perversa característica de este mal llamado “gobierno de izquierda”.

Parecería que se han juntado a propósito todos los males de la sociedad y que la realidad supera largamente a cualquier guion de ficción que caricaturizaría un gobierno improvisado y corrupto, que en nombre del pueblo es capaz de cometer las mayores ignominias contra la patria.

Para que se entienda, me remito a las pruebas de las denuncias de corrupción que involucran a la propia familia de Castillo, los sobrinos empoderados, participando del ruleteo de los negociazos en las licitaciones, y, por otro lado, el hombre de mayor confianza del presidente, Bruno Pacheco, traficando con nombramientos, ascensos y licitaciones, hasta el extremo de encontrarle 20,000 dólares en el baño del propio Palacio sin poder justificar su origen, probablemente ilícito.

La incapacidad para gobernar se ha puesto de manifiesto hasta con los supuestos “personajes rescatables” de este gobierno, como se anunciaba al ministro Modesto Montoya, que viene destruyendo la institucionalidad del MINAM con nombramientos irresponsables, distorsionando la función ambiental al extremo que nuevamente la minería ilegal ha tomado posesión en Madre de Dios y la desatención de los conflictos socio ambientales en minería, como consecuencia de su ineptitud.

No solo son admiradores de regímenes totalitarios y dictaduras en Perú Libre, sino que en sus delirios autoritarios promueven acciones concretas para tumbarse las grandes reformas del país, como la del transporte y la educación universitaria. En sus elucubraciones van contra los derechos civiles, la educación con enfoque de género y la lucha contra la violencia a las mujeres.

Además, las acciones de sus militantes y allegados los condenan. Cuentan con violentos agresores a mujeres, violaciones en locales partidarios, voyeristas, y tanto impresentable que hoy ostentan el poder.