[Opinión] Javier Alonso De Belaunde: Lágrimas de oro
[Opinión] Javier Alonso De Belaunde: Lágrimas de oro

¿Conoce usted a Ulises Rumiche Quintimari? ¿A Estela Casanto Mauricio? ¿A Edwin Chota Valera? Son algunos de los líderes indígenas y defensores ambientales asesinados en la Amazonía peruana en los últimos años. Suman alrededor de 90 desde el 2013 según un estimado recogido por El Comercio. No hay cifras oficiales. Un dato de por sí revelador. Frente a la indiferencia del Estado, sus nombres terminan en las listas de la muerte de las mafias dedicadas a las economías ilegales.

Y es que en nuestra selva florecen la tala, el tráfico de tierras, el narcotráfico y la minería. Un estudio científico reciente liderado por Jacqueline Gerson y reportado por el decano da cuenta de niveles récords de mercurio en algunos bosques de la Amazonía peruana. La concentración supera incluso registros de zonas industriales a escala mundial.

Para Berlín Diquez, dirigente de AIDESEP, los asesinatos de los líderes indígenas “suceden por responsabilidad del Estado y del gobierno de turno” (RPP). Fabián Antúnez, presidente de la Central Asháninka del Río Tambo, advirtió en octubre: “a nosotros, como pueblos originarios, nos preocupa que antes, en el 2019, en el 2020, nuestro aliado estratégico era el gobierno (…) En cambio, ahora, estamos muy desprotegidos porque no tenemos ministro del Interior que luche por nosotros. Al contrario, son aliados de los cocaleros” (Villasís, 2021).

Pero no es solo el gobierno de Pedro Castillo quien les da la espalda. Fruto de una campaña digna de mejor causa, el Congreso pasado se negó a ratificar el Acuerdo de Escazú. Este tratado contempla, entre otros aspectos, un régimen especial de protección para los defensores ambientales. Más allá de los mitos urdidos para evitar su aprobación, los congresistas no ofrecen una alternativa. Tampoco fiscalizan a las instituciones que deberían evitar los asesinatos y la impunidad. En términos prácticos, han actuado como aliados de las economías ilegales.

Que los fuegos artificiales constitucionales del momento no nos encandilen. Hay una llamada urgente desde la Amazonía que requiere atención. Para proteger al medioambiente hay que comenzar protegiendo a sus defensores.