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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

He leído con mucha atención el artículo de Óscar Castilla en OjoPúblico, basado principalmente en informes de la UIF, sobre la probable proveniencia ilícita de US$215 mil dólares en cuentas de Nadine Heredia. No es moco de pavo. Por esos hechos un fiscal le ha abierto una investigación preliminar afirmando que cuenta con nuevos elementos que aún no ha revelado. El argumento de respuesta es de forma: ya se investigó y se archivó, y no cabe volver sobre lo mismo (muy parecido a la prescripción de García en el 2000 y a los errores en las citaciones de la megacomisión, que, en ambos casos, lograron liberarlo del fondo del problema).

En respuesta, los nacionalistas recuerdan la corrupción de anteriores administraciones y la falta de autoridad moral de quienes se cuelgan del saco del fiscal para torpedear al actual gobierno. Y es verdad que, comparadas con las cosas que ocurrieron con Fujimori o García (incluso al lado de Ecoteva), estas indagaciones son sobre asuntos de poca monta. Pero ese no puede ser argumento para no investigar. Que la política esté podrida desde hace tiempo no exime de actuar correctamente a los que vienen después.

Ahora bien, el problema con la investigación fiscal es que llueve sobre mojado, dado que se suma a un conjunto de hechos que ya, para mí, daban cuenta de una crisis política seria. Por cierto, he leído y oído a personas a las que admiro y respeto sostener que no hay tal; que es crispación o, en otra versión, una presión mediática por arrinconar al gobierno. Solo crispación al nivel que tenemos y un gobierno arrinconado ya darían cuenta de un problema político importante, pero hay mucho más.

Así, en lo que va del 2015, quienes con aliados tenían mayoría holgada en el Congreso han perdido una votación importante por 91 a 18. Peor aún, los enfrentados al gobierno van desde la izquierda más radical a la derecha más conservadora. Estamos en el sexto gabinete y hay, por lo menos, cinco ministros en severos aprietos. De su lado, los reglajes ilegales han creado un malestar adicional y a todo ello se añade el tema Belaunde Lossio, con cada vez más ramificaciones.

Si esto no es una crisis política, ¿qué es una crisis política? Hasta donde entiendo, esta consiste en un momento de dificultad severa, en el que hay que adoptar medidas inteligentes para salir adelante. Y, en esto último, yace la dificultad de la situación actual, a saber, la terquedad e impericia de un gobierno que maneja muy mal las crisis y con ello las agrava. Y, claro, eso no convierte en mejores a los opositores, que, con raras excepciones, son igualmente mediocres y faltos de ideas.