Las playas del litoral peruano no son competencia de las playas del Caribe o México. Por tal motivo nuestra infraestructura hotelera en las playas es también muy limitada.
Nuestra oferta turística es totalmente distinta y está centrada en Machu Picchu, en otros monumentos arqueológicos y en la selva amazónica. Estos destinos son los que atraen visitantes tanto nacionales como internacionales.
Pero hay otra oferta para “turismo interno” en las playas al sur de Lima, que en realidad no es vista como tal y ha sido más bien objeto de muchas críticas, algunas merecidas, otras no. Me refiero a las conocidas como “playas de Asia”, donde no hay grandes y lujosos hoteles, pero sí ordenados condominios, organizados como clubes.
Si bien son ahora menos frecuentes las críticas a estos clubes o condominios, han estado referidas a la discriminación entre los veraneantes y al personal que trabaja para ellos. Pero, si hacemos el ejercicio, podemos hacer un paralelo entre estos clubes de las playas de Asia y la oferta hotelera de otros países, que incluso generan importantes flujos de divisas por concepto de turismo externo.
Así, podemos ver cada condominio como un complejo hotelero que brinda hospedaje y servicios y, por tanto, son importantes generadores de empleo, especialmente durante la estación de verano. Desde vigilantes, barrenderos, jardineros, limpiadores de piscinas, mozos, personal que trabaja en las tiendas del boulevard y trabajadoras del hogar hasta los vendedores de barquillos, helados, bijouterie, vestidos, sombreros, pareos y mándalas que recorren los largos kilómetros de playa, hay una interesante oportunidad de empleo en la zona.
¿Que hay cosas que pueden y deben mejorar? Por supuesto. Ya en otras oportunidades hemos comentado lo inapropiado de regatear precios a los vendedores en la arena. Para ellos, el sol o los cinco soles de rebaja pueden hacer la diferencia entre comprar o no el menú del día, o cubrir el costo del pasaje. Otro aspecto que tiene gran oportunidad de mejora es el traslado desde y hacia la carretera de las personas que laboran en los condominios. Es común ver a las empleadas del hogar caminando de ida y vuelta la importante distancia soportando altas temperaturas.
Finalmente, debe recordarse y respetarse que, a diferencia de las instalaciones de los clubes, como las piscinas, canchas y jardines (y obviamente las casas), que son privadas y pueden contar con las normas y reglamentos que determinen siempre que sean respetuosos hacia usuarios y personal, las playas siguen siendo públicas, aunque se haya encontrado la manera de limitar su acceso. Por lo tanto, el comportamiento en ellas es regulado y determinado por las autoridades, no por las administraciones de los condominios.