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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Es imposible no abordar el tema electoral; todo lo que no es parte del debate político resulta intrascendente.

Escribo estas líneas cuando los abogados discuten cuál es la ley que rige estas elecciones y al Jurado Electoral le resulta imposible hacer su tarea y resolver los casos sobre los cuales tiene que pronunciarse.

Una señal más de la falta de instituciones, de la fragilidad de nuestra democracia y de la falta de coraje o desconocimiento de las autoridades.

El 2015 ha sido un año difícil para América Latina; también para el Perú y, según los analistas, el 2016 tampoco viene bien. Si bien podríamos aumentar la tasa de crecimiento, esta estaría soportada básicamente por dos sectores y pocos proyectos. Y el riesgo es perder lo ganado, especialmente por quienes lograron salir de la pobreza extrema pero podrían volver a caer en ella si una enfermedad los hace perder un día o dos de trabajo. El otro grupo en riesgo, según Moisés Naím, es la clase media. Sostiene que en Latinoamérica, el 45% se autodenomina clase media (aunque solo el 30% lo sea) y esto duplica la cifra de hace 5 años.

Hace años, el Perú reclamaba haber perdido su clase media: políticas populistas, malos gobernantes, empresas no competitivas y empresarios protegidos de la competencia son algunas de sus causas.

Si todavía no tenemos instituciones sólidas, siempre existirá el riesgo de que un mal gobierno (no es solo el presidente; miremos al Congreso) tome decisiones equivocadas en una coyuntura difícil y, efectivamente, suba la cifra de pobreza y se reduzca la clase media.

Hay quienes consideran que el Perú ya superó ese riesgo y que lo prueba que este gobierno se avizoraba peor. Pero estamos invirtiendo 3,500 millones dólares en la refinería de Talara y financiando un gasoducto que pagamos con la tarifa eléctrica. Todo gracias a los congresistas que los candidatos llevan, aún sin conocerlos. Nos toca a nosotros mirarlos bien.