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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿Paga usted Essalud, CTS y abona en algún fondo de pensión a la persona que le ayuda a realizar las labores domésticas? ¿Ha verificado si los porteros de su edificio están en planilla?

Es probable que sus trabajadores hayan pedido recibir en efectivo el dinero destinado al pago de seguro y pensión. Desafortunadamente, ni ellos ni usted pueden elegir.

En la actividad empresarial o emprendedora –como gustan llamarla algunos–, la informalidad encuentra incentivos adicionales como la evasión de impuestos. Pero no siempre es la intención del informal. La informalidad puede ser promovida por la autoridad municipal que prefiere el pago recurrente de licencias temporales (prohibidas) para el funcionamiento de negocios antes que el otorgamiento de una licencia definitiva. Esto pone al empresario en una situación precaria y vulnerable al chantaje.

En otros casos, la cantidad de trámites que la formalidad exige y los sobrecostos asociados, desaniman al mejor intencionado. Hace un tiempo, el informal era considerado un héroe que había vencido a un Estado abusivo. Lo que no se evaluaba era el impacto que podía generar, no solo al Estado, sino también a las empresas formales que tienen que competir con reglas que otros no cumplen.

La pequeña y micro empresa se caracterizan por su alta tasa de mortalidad, ligada a su vez a la baja productividad. La informalidad exacerba las dificultades para acceder a un crédito y, en general, no genera incentivos para capitalizarse.

El "emprendedurismo" es muchas veces la única opción que tiene el desempleado para generar ingresos y no necesariamente consecuencia del 'espíritu emprendedor' de la población.

Por eso, la idea de quitar trabas y ayudar a la mediana empresa es una excelente idea para mejorar las condiciones de los eufemísticamente llamados "emprendedores".