El Gobierno tiene miedo y con razón
El Gobierno tiene miedo y con razón

Lo que ocurre en los mercados, donde la población irrumpe sin que el Gobierno haya podido impedirlo, y en los supermercados, donde se respeta la distancia y aforo, es una de las imágenes que mejor ilustra la diferencia entre lo formal (el 25% de empresas) y lo informal (75%).

Cuando los requisitos para ser formal no están pensados en la realidad, la supervivencia genera su incumplimiento. Y, si a ello sumamos que no tenemos autoridades que impongan a todos el cumplimiento de la ley, el resultado es el Perú.

La prolongación de la emergencia y el impedimento a reiniciar ciertas actividades reflejan que el Gobierno tiene miedo, pues sabe que no puede atender a más pacientes con COVID-19 y a ese legítimo temor se suma el no tan legítimo de caer en las encuestas.

Y ello puede ocurrir porque apenas se levante la emergencia no solo saldrán a operar quienes cumplan la norma, sino los demás; y quienes salían con temor, lo harán abiertamente, respaldados por su interpretación de las normas.

La experiencia con las actividades esenciales debe masificarse: protocolos de estricto cumplimiento, factibles de aplicar sin demandar inversiones inútiles ni imposibles de ejecutar, como sacar al poco personal médico de los establecimientos de salud para llevarlos a las fábricas a ocuparse de los pocos que trabajan en una empresa grande, formal y con recursos para competir contra los hospitales.

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