Pasito a paso con Swing

“Es lamentable que el tema haya saltado cuando los esfuerzos y el presupuesto público deberían estar enfocados en la lucha contra la pandemia”.
(Foto: facebbok Richard Cisneros)

Lo que comenzó como un incidente farandulero que salpicaba al Ministerio de Cultura, ha ido saltando de oficina en oficina del Estado hasta llegar en cuestión de días a la Presidencia de la República. El propio Martín Vizcarra ha tenido que responder públicamente –aunque a su elusivo estilo– sobre las actividades y vinculaciones aparentemente “de alto nivel” del señor Richard Cisneros Carballido, conocido en el mundo del espectáculo como ‘Richard Swing’, quien entre julio del 2018 y abril del 2020 se ha llevado de la citada cartera de Cultura, a la suya propia, alrededor de 175,400 soles dando charlas “motivacionales”.

Es sabido que vivimos tiempos en que basta empaquetar seminarios, encuentros o cursos con términos como el coaching, la sanación, la enseñanza de las así llamadas ciencias de la mente, la autosuperación y otras técnicas seudocientíficas, para lucrar en ese negocio de procelosos límites que es la autoayuda. Se venden miles de libros y se llenan estadios con las conferencias de estos gurús o “facilitadores” que trazan nuevos atajos para alcanzar la felicidad personal o la realización profesional. Grandes o pequeñas empresas en busca de conectar con su personal y, sí, hasta dependencias del Estado, contratan a este tipo de oradores para supuestamente “capacitar” a su personal.

Algunos de estos cursos –que suelen desarrollarse entre cantos, abrazos, arengas o modestas demostraciones de destreza física o rapidez mental– pueden llegar a tener alguna utilidad, ciertamente, dejar alguna enseñanza, digamos; pero lo que se ha podido apreciar del contenido de las alocuciones ministeriales de ‘Richard Swing’ es de un talante que difícilmente se eleva sobre el dudoso género de la charlatanería monda y lironda.

Es lamentable que el tema haya saltado cuando los esfuerzos y el presupuesto público deberían estar enfocados en la lucha contra la pandemia. Y resulta vergonzoso que sea nada menos que el Ministerio de Cultura el que haya gastado tanto en estas “capacitaciones”. Las acciones iniciales de la fiscalía se justifican plenamente y deben continuar, paso a paso, hasta llegar al primer eslabón de esta cadena de padrinazgos.

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