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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

América Latina ha estado en las noticias mundiales esta semana, por dos noticias positivas y de gran importancia.

En primer lugar, por supuesto, por el histórico acuerdo entre Cuba y Estados Unidos, para restablecer relaciones diplomáticas e iniciar el camino a una normalización de las económicas. Es un hecho de extraordinaria relevancia. EE.UU. reconoce que los 50 años de embargo no sirvieron para democratizar ese país. Por el contrario, fue uno de los argumentos para mantener un régimen dictatorial y para justificar violaciones a los derechos humanos. Este paso puede crear mejores condiciones para una transición hacia la democracia en Cuba y, sin duda, mejora la relación de EE.UU. con América Latina, muy mellada en los últimos años.

En otro acontecimiento importante, las FARC en Colombia, la guerrilla más antigua y grande del continente, anunció una tregua unilateral. Esto sin duda es un estímulo al proceso de paz que se negocia entre el Gobierno y las FARC en La Habana. No es que la violencia haya concluido en Colombia: el proceso de paz aún tiene muchos obstáculos que vencer y, además, la violencia puede luego tomar otras formas.

Pero si las FARC dejan las armas y Cuba y EE.UU. logran avanzar más en este proceso, estaremos clausurando en América Latina dos rezagos de la guerra fría. Un paso adelante para la paz, la democracia y los derechos humanos.

América Latina añadiría estos dos a otros factores positivos de convivencia regional, que ya tenemos y contrastan con un escenario internacional tan difícil, volátil y violento. Entre ellos, que la posibilidad de conflictos internacionales se ha reducido al mínimo, si es que aún existe. Somos, además, una región sin armas nucleares y estamos ajenos a las grandes tensiones internacionales. Muy distantes de Iraq y Siria, hoy asolados por los fanáticos del ISIS; de Palestina e Israel, que no encuentran el camino para la paz; de Pakistán, donde esta misma semana los talibanes han matado más de 200 niños en una escuela; de Rusia, que tiene semiinvadida la Crimea ucraniana; y de Corea del Norte, cuyo tirano cada cierto tiempo amenaza la paz internacional.

Claro que seguimos siendo una región complicada en otros aspectos. Tenemos las tasas de desigualdad más altas del mundo y los más graves niveles de criminalidad común y organizada; igualmente, la calidad de nuestra democracia deja mucho que desear por ineficiencia y corrupción, por solo mencionar algunos de nuestros problemas. Pero, igual, el ir superando los lastres del pasado no deja de ser una noticia a festejar.