La exparlamentaria de Cambio21, se suma a Clemente Flores, Jorge Meléndez, Alberto Oliva y Sergio Dávila. (Difusión)
La exparlamentaria de Cambio21, se suma a Clemente Flores, Jorge Meléndez, Alberto Oliva y Sergio Dávila. (Difusión)

Con las renuncias de los congresistas Mercedes Araoz, Carlos Bruce y Ana María Choquehuanca a Peruanos por el Kambio (PpK), el partido fundado por Pedro Pablo Kuczynski en 2014 queda reducido a escombros, y en cuanto a bancada parlamentaria, la dejaban al borde de la extinción (horas después del anuncio del trío renunciante, se supo que Yesenia Ponce dejaba Cambio 21 y se pasaba a las filas de PpK, revirtiendo el rigor mortis prácticamente en el último segundo).

Los motivos de este alejamiento son diversos, casi todos incluso atendibles, pero lo alarmante es que una vez más se demuestra la total informalidad de nuestra partidocracia, más cerca del club político o el vehículo electoral que de una organización con estatutos, escalafón, propuestas e ideas claras.

Atributos ausentes que, por lo demás, harían a la totalidad de ellos muy difícil su adaptación a la normativa de la propuesta de reforma política, en el supuesto de que esta llegara a concretarse.

La cantidad de bancadas que se han compuesto y descompuesto en el Congreso durante los años posteriores a los últimos comicios presidenciales dan cuenta de la volatilidad de las convicciones partidarias de muchas figuras centrales de la escena política local, que entre curso y curso cambian de camiseta como quien practica un deporte.

Sin ir muy lejos, la propia Yesenia Ponce, flamante pepekausa, más que trayectoria política, exhibe –como ya se ha hecho costumbre decir en estos tiempos– un prontuario, y uno coloreado por sanciones de la nada severa Comisión de Ética, denuncias de falsificación de documentos, presuntos intentos de soborno y, por supuesto, cero iniciativas destacables. Que la bancada oficialista la haya incorporado obedece más a la lucha por su supervivencia que a una adhesión a determinados postulados partidarios, si los tuviere, y que, a su vez, seguramente le permitirá a ella contar con los votos de “su” nueva bancada cuando se ventile alguna acusación en su contra.

Si no estamos ante el más grueso oportunismo ventajista, debe ser algo que se le parece bastante.

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