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Redacción PERÚ21

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Carlos Meléndez,Persiana americanaQue abocarse a "recuperar espacios públicos" no otorga réditos políticos como las obras de cemento. Pero aún enfocándonos en esta política urbana, encontramos una gestión atrapada en estereotipos y prejuicios sociales propios del conservadurismo limeño.

Luego de estudios elaborados por acuciosos científicos sociales, se ha llegado a la conclusión de que, donde se erguía La Parada, debería construirse un parque dedicado al migrante (que se supone andino y amazónico, llegado a Lima desde mediados del siglo pasado). El simbolismo que subyace a tal propuesta profundizará, empero, la segmentación social de una ciudad racista y clasista.

La propuesta de Villarán carece de audacia, de capacidad para romper los moldes atávicos que dividen la ciudad. No estoy seguro de que "el migrante" sea una identificación vigente para una Lima habitada por hijos de provincianos de tercera y cuarta generación. ¿Por qué encajonar el legado del migrante a una zona asociada con la informalidad y el lumpen? ¿No sería acaso más integrador mudar El Lugar de La Memoria a La Parada y el Parque del Migrante a Miraflores? ¿Acaso la memoria de la violencia política no es más frágil en el mundo popular limeño y la discriminación social más impune entre sus clases altas?

La pobre aprobación de la gestión de Villarán no se debe a que los limeños compartimos una cultura política atrasada, que no aprecia las reformas de una administración visionaria. El problema no es que los limeños no comprendan a Villarán, sino que ella no entiende a los limeños.