Los manifestantes se movilizan por el centro de Lima. (Foto:Alessandro Currarino /GEC)
Los manifestantes se movilizan por el centro de Lima. (Foto:Alessandro Currarino /GEC)

Las noticias del paro agrario se centran en las acciones de protesta, pero habría que prestarle más atención a los reclamos de fondo. Como siempre, las acciones ilegales de unos pocos no deberían desacreditar a todos.

Desde la Federación Agraria exigen una ley de promoción de la agricultura familiar, la consulta a las comunidades sobre las licencias de uso de agua, asistencia técnica y crédito accesible. Seguro algunas de esas demandas son más aterrizadas que otras. Eso es lo que se tiene que conversar. Lo cierto, sin embargo, es que son cerca de tres millones de productores que están organizados tras décadas de recibir muy poca atención, lo que ha hecho que su productividad sea baja y su pobreza, alta. Diego Macera, gerente del IPE, compartió un cuadro en el que se ve que al 2016 la productividad agropecuaria en Colombia fue dos veces mayor que la peruana, la de Brasil tres veces más y la de Argentina siete veces más. Estamos en la cola regional.

Otro dato a tener en cuenta y muy poco discutido es la dependencia que tiene Lima en la producción agrícola de las regiones. Durante los últimos cincuenta años, por la expansión urbana descontrolada, Lima ha perdido buena parte de sus tierras agrícolas, así que casi todo lo que se come en la capital viene de otros lados del país.

La FAO estima que, a principios del siglo pasado, la capital tenía casi 600 kilómetros cuadrados de tierras agrícolas, pero hoy son alrededor de 125 kilómetros cuadrados. Solo 2.2% de los alimentos consumidos por los limeños se producen dentro de la ciudad, lo que hace que el acceso a alimentos sea una de las grandes vulnerabilidades que enfrenta Lima.

Si las regiones no producen, Lima no come o come caro. Igual en todo el Perú. Los problemas de los agricultores deberían ser también nuestros problemas.