José Domingo Pérez explicó que a Keiko Fujimori se le imputa el presunto delito de lavado de activos en forma agravada. (Mario Zapata/Perú21)
José Domingo Pérez explicó que a Keiko Fujimori se le imputa el presunto delito de lavado de activos en forma agravada. (Mario Zapata/Perú21)

Dejemos a los abogados analizar cuánto pesarán los argumentos hasta el momento expuestos por el fiscal José Domingo Pérez para que se disponga la prisión preventiva que ha solicitado por 36 meses contra Keiko Fujimori y demás investigados por lavado de dinero, caso cocteles.

Su exposición ha sido seguida hora tras hora, día tras día, por miles o millones de televidentes, con la atención y cuota de ansiedad que se le prestan a la serie favorita en Netflix. Si existe o no peligro de fuga, será el juez Richard Concepción Carhuancho quien al final decida. Sin embargo, lo que hemos oído y visto como si de una película se tratara es el real nivel (o falta de este) de la clase política, esta vez representada por el fujimorismo.

¿En qué momento decidimos ser los pésimos electores que hemos sido? ¿Qué hubiese pasado si Fuerza Popular ganaba la Presidencia? Ya basta de hacernos los estafados. He aquí el resultado. O reaccionamos o seguiremos –referéndum y no reelección mediante– llenando el Parlamento de individuos que en lugar de legislar, fiscalizar y ejercer la función de servidores públicos que les corresponde, dedican sus horas de trabajo a tramar cómo tumbarse o chancar al “enemigo”. Porque el famoso chat no revela una discusión sobre algún cambio en la normativa, sino expone las ridículas coordinaciones para pararse, aplaudir, pifiar o joder por joder. Aplastar como a una cucaracha al obstáculo en su camino al poder. Que debe ser total. No importa si hay que venderle el alma al diablo, si la plata de la campaña tiene o no dudosa procedencia. Esos individuos que nosotros hemos colocado allí donde están carecen de cualquier escrúpulo o se hacen los ciegos. No olviden los pocos que quedan que les toca la responsabilidad. No olvidemos, los electores somos los que elegimos.