La entrevista publicada ayer en La República a Manuel Merino de Lama, un antiguo acciopopulista que casi seguro será el nuevo presidente del Congreso, deja la sensación de que el acuerdo por la gobernabilidad entre AP, Somos Perú, APP y Podemos no es más que un pacto vacío suscrito únicamente para guardar ciertas apariencias. Este bloque manejará la Mesa Directiva y la agenda legislativa, pero entre ellos hay más grietas que coincidencias, sobre todo en lo que concierne a la reforma política y judicial.

Es probable que en los siguientes meses lleguen a nombrar a algunos magistrados del TC y que activen algunas de las denuncias pendientes como la de los Cuellos Blancos. Seguro también revisarán los decretos de urgencias del Ejecutivo, pero en los temas de largo aliento que merecen reformas constitucionales o cambios reales al sistema electoral, no pasará mucho.

El único consenso aparente es que impulsarán la bicameralidad. Saldrán a seducir al Frepap para conseguir más votos que les permitan acercarse a los 88 que se necesitan para esa reforma constitucional. Pero sobre el levantamiento de la inmunidad, no hay un acuerdo. Tampoco lo hay sobre las primarias abiertas y obligatorias ni para la eliminación del voto preferencial, a pesar de que son parte esencial de la reforma política y de que todos los partidos se comprometieron en campaña a apoyarla.

A esta camada de legisladores les falta espíritu reformista. Estarán por un periodo muy corto como para escatimar en audacia y sentido de trascendencia. Si hasta julio no se la han jugado, pasarán inadvertidos. Serán opacados más rápido de lo que creen por los candidatos a la presidencia y por los otros cientos que ya estarán en campaña para ocupar un lugar en el Congreso del 2021. ¿Para eso postularon a este Congreso corto?