Estimado lector, en esta columna el suscrito desarrollará algunas aproximaciones con respecto al capitalismo popular en la minería informal o en vías de formalización. Lo explico no sin antes dejar sentado que en esta columna nos referiremos solo al sector de los mineros informales o en vías de formalización, y no a los ilegales que se aprovechan de la laxitud del Reinfo para sus cuitas. Vamos a lo nuestro.
En los últimos días, se ha desplegado una intensa campaña de propaganda que desarrollaba un relato poderoso entre opresores y oprimidos; una lucha de clases entre el pequeño minero/ minero artesanal y la gran minería.
No obstante, he aquí una primera reflexión. No existe una lucha de clases entre la gran minería y la minería artesanal o de pequeña escala. No existe por la sencilla razón de que ambas formas de minería son esencialmente capitalistas y de iniciativa privada. Es cierto que hay una gran minería moderna, nadie lo duda: pero también es cierto que hay una minería artesanal o de pequeña escala que ha crecido con tanta intensidad que ahora maquilan con camiones de línea amarilla. Reducir, entonces, a que los buenos de la novela son el gremio de mineros artesanales, informales y de pequeña escala, y que los malos son los de la gran minería y sus asociaciones es simplemente maniqueo. Un detalle aquí: sería un grave yerro si los mineros artesanales y de pequeña escala apoyaran —como un sector lo hizo con Pedro Castillo— a candidatos de la izquierda colectivista.
La otra reflexión es que así como no existen luchas de clases entre estas formas de minería con respecto a las concesiones (problema medular porque muchos mineros artesanales o de pequeña escala han invadido a terceros), en algunos lugares muy puntuales del país podría existir incluso una colaboración y diálogo. Los grandes mineros podrían extender contratos de explotación y ayudar en el proceso de formalización a los mineros artesanales y de pequeña escala siempre y cuando estas concesiones no sean parte de proyectos de ampliación y respeten los acuerdos y la negociación. En todo caso aquí es necesario defender el sistema de derechos de propiedad.
Una última aproximación es resolver y manejar bien los términos y conceptos. Por ejemplo, el denominado sector de “mineros ancestrales” es un concepto que oscurece el debate. ¿Quiénes son estos “mineros ancestrales”? ¿Los descendientes de los “pueblos originarios”? ¿Un “minero ancestral” es un minero de “pueblo originario”? Estas preguntas nacen debido a que se intenta sacralizar a la denominada “minería ancestral”, pero con ello también validamos la absurda idea de “pueblo originario”.