Expresando su indignación y su abierto repudio por una columna que yo he escrito, Alejandro, el joven pintor de la Católica cuyos cuadros comenzaron a cotizarse en 5 mil dólares inmediatamente después del reportaje que le hice, decide romper palitos conmigo –que, además de su principal propagandista, soy el comprador de media docena de sus pinturas– y no tiene, para tal fin, mejor idea que dedicarme la siguiente carta despechada: “A pesar del enfoque controversial y morboso de tus programas o el formato de tus discursos, yo creía en ti y veía tu programa desde inicios de la caída del régimen fujimorista. Tendría qué… ¿12 años? Y me inspiraste mucho, pese a la tonada de Yma Sumac que podía volverte loco de tanto oírla. Incluso con todas las acusaciones en tu contra, yo decidí creer en ti y me parecías alguien que no se casaba con nadie. Realmente, con 26 o 28 años te creí, pero me apena leer tu columna de hoy. En parte también pienso que es liberador. Así puedo construir mi propia imagen, mi propio ideal. No estoy escupiendo en la mano que me ayudó, solo estoy siguiendo mis ideales, así como tú sigues los tuyos. No quiero terminar este mensaje sin agradecerte, pese a la vergonzosa columna que escribes hoy, el que hayas creído también en mi obra. (…) Ojalá que un día cuando hayan pasado los años podamos mirarnos, ambos, con más admiración de la que hoy toca. Pensarás, seguramente: ¿Quién se cree este pata que viene a decirte lo que debes hacer o pensar?’. Bueno, soy un artista demasiado idealista. Soy una especie de Batman”. Mira, mi querido Batman del Cercado de Lima, métete esto bien adentro en tu cabeza: los amigos no necesitan pensar igual para ser amigos. Si tú me detestas por algo que escribí y no te gustó, me veo en la obligación de detestarte por todos los cuadros que pintaste y no me gustaron. Los tomaré como un agravio personal, como una mentada de madre imperdonable. Estamos parches. Si crees, alma pía, que estoy en la obligación (moral) de pensar como tú para ser merecedor de tu acrisolada y prístina amistad, te sugiero que te eches agua, jugador, abundante agua porque estás hasta las huevas.