La pronta declaración de Vizcarra del estado de emergencia y la cuarentena rígida falló en su implementación; a la crisis en salud se suma un descalabro económico histórico: al menos -12% del PBI. (Getty Images).
La pronta declaración de Vizcarra del estado de emergencia y la cuarentena rígida falló en su implementación; a la crisis en salud se suma un descalabro económico histórico: al menos -12% del PBI. (Getty Images).

La pronta declaración de Vizcarra del estado de emergencia y la cuarentena rígida falló en su implementación; a la crisis en salud se suma un descalabro económico histórico: al menos -12% del PBI. Aun reconociendo falencias en salud pública no atribuibles a este Gobierno, se cometieron gruesos errores. El triunfalismo inicial ha cedido a un subregistro importante de muertes y contagios.

El presidente ha venido perdiendo credibilidad y aprobación, por no tener control de la pandemia ni de la economía. La economía abriendo en fases no ha funcionado; estas debieron ser semiautomáticas.

Vizcarra y el gabinete con el ministro de Salud desgastado y sin “oxígeno” han querido hacerlo todo, prescindiendo del sector privado. Se ignoró a las organizaciones populares y la Iglesia para llegar a los más pobres. Hay exceso de regulación, sobrecostos, protocolos y burocracia envolvente y paralizante. La población hace mucho abandonó la cuarentena obligatoria, dejando al Gobierno sin autoridad.

El plan de Arranca Perú fue anunciado para generar un millón de empleos temporales y no productivos, tras 2.3 millones de empleos perdidos en Lima por el COVID-19. El Gobierno olvida promover la inversión privada y poner en marcha proyectos como Tía María.

Las medidas no se han adecuado a la realidad del país (con 70% de informalidad). No hay una fórmula mágica, se aprende sobre la marcha, pero estar entre los 10 países del mundo más afectados por muertes y contagios por millón de habitantes, y en el top list de las economías cuyo PBI caerá más, es un fracaso. Faltó diálogo, convocatoria y humildad para reconocer errores. Hemos pasado de “quédate en casa” a “primero mi salud” y “sálvese quien pueda”.

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