Julia Roberts y Owen Wilson en 'Extraordinario'
Julia Roberts y Owen Wilson en 'Extraordinario'

He visto una gran cantidad de películas a lo largo de mi vida y no en pocas he llorado por ellas. Ya sea de pena o de felicidad, he donado mi porción de lágrimas al séptimo arte. Nunca me he sentido avergonzado por esto, creo que solo es un índice de lo mucho que me meto en las historias que veo y los personajes que las cuentan.

Es curioso, sin embargo, cuando pienso en el pasado, pues no recuerdo que las películas que veía de chico me causaran muchas emociones. Nunca estuve de luto por la partida de Mufasa, y pensar que Jack pudo sobrevivir en la tabla de madera con Rose no me quitó el sueño. Recién en mis veintes, cuando empecé a entender más la vida, pude apreciar mejor la ficción.

Hoy me gusta llorar en las películas. Me gusta encontrar una buena historia que logre cautivarme por completo (tarea difícil en la era de las distracciones). Creo que, para un artista, causar esos niveles de emoción supera holgadamente unos aplausos. Así que hoy les quiero recomendar la última película que me ha hecho llorar.

Extraordinario es una cinta de 2017, protagonizada por Jacob Tremblay, quien en 2015 ya había dado el salto al estrellato (con 7 años) por su papel en La habitación. La película narra la historia de un niño de 10 años con una malformación facial que ha sido educado en casa por sus padres Julia Roberts y Owen Wilson, quienes deciden que ya es tiempo de mandarlo al colegio.

Podrás pensar que te estoy recomendando un melodrama en el que todo es pesar y sufrimiento, pero no. Es una historia divertida y encantadora porque nos permite regresar a esa edad llena de magia, inocencia y descubrimiento, pero donde también hay una crueldad infantil muchas veces inadvertida. Es un drama emocional que nos permite ver el valor de la amistad, el grave efecto del bullying y la importancia del apoyo pedagógico.

Puede que seas de aquellos que se enorgullecen de no llorar en las películas, o peor aún, que menosprecies a los que se dejan llevar por sus sentidos, pero estar emocionalmente bloqueado no es algo de lo cual sentirse orgulloso. Llorar es un gesto catártico, una práctica purgante que nos limpia y nos renueva.

No digo que llores con lo que sea y en cualquier parte. Simplemente no te prives de esta experiencia. Las películas no crean las emociones, sino que son un catalizador para que estas se expandan. Así que ármate de coraje y llora.