“Paisajes peruanos”
“Paisajes peruanos”

Es el título de una obra póstuma de Riva Agüero, escrito cuando derrochaba “brío y entusiasmo juveniles”.

Pero, no. No voy a hablar de este intelectual. Lo que pasa es que el nombre de su libro es el que mejor se adapta a la actual realidad peruana.

El editorial de una radio española me despertaba: “Perú. Se repite la historia”. La historia, añadió, de los sobresaltos políticos. De la falta de transparencia. De la confusión entre el deseo netamente partidista y egoísta que no mira por el bien común, y la ciudadanía que no tiene suerte con sus gobernantes.

Mejor no hacer, como han hecho otros medios españoles, el repaso de lo que ha sido la historia presidencial peruana de las dos últimas décadas. Más que vergüenza, da espanto.

La cuestión retórica que se plantea la prensa en España es cómo aceptar, desde una perspectiva de respeto a las instituciones, que se aparte a todo un presidente alegando cuestiones morales, de las que quizás los “jueces” no están libres de culpa. El que esté libre de culpa que arroje la primera piedra. Pues bien: parece que, nada menos, todo un Congreso.

En estos momentos de crisis política, de introspección constitucional, de esperanza mezclada con desánimo, quizás haya que pedir el milagro de que quienes se han arrogado de poder hagan como decía mi padre que actuó el entonces joven Vivanco, cuando se propuso poner su impronta a la naciente república: anteponer el interés y salud de la patria a su fogosa ambición.

A los no tan jóvenes dirigentes peruanos hay que exigirles que, desde la altura de su experiencia y trayectoria, sean capaces de anteponer el Perú a su interés. De labrar, y moldear un “paisaje peruano” digno de una república a punto de cumplir 200 años. Es su deber.


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