"Perú, te quiero, por eso te defiendo", fue una de las arengas de la marcha. (Perú21)
"Perú, te quiero, por eso te defiendo", fue una de las arengas de la marcha. (Perú21)

Ya no sé si estos audios que han calateado las miserias de nuestra justicia provocan tan profunda arcada porque estamos conociendo que todo está podrido o porque siempre lo supimos y decidimos mirar a otro lado, tragar saliva y fundirnos en silenciosa complicidad. Es que estamos indignados. Pero está bueno recordar que la indignación es el deporte nacional, aquí la tierra del inca.

Motivos para indignarnos ahora sobran y ojalá que todos los que han participado en esta orgía miasmática vayan presos. Pero vamos también por lo que nadie grita: ser tan permisivos con la pequeña canallada ha hecho del Perú tierra fértil para el gran bulín. No me reclames por el juez de los “10 verdecitos” cuando ofreces 10 luquitas al sereno para que no te multe por la línea amarilla.

No te indignes por la carretera que mandó a hacer el borracho de Palo Alto –y se embolsicó un billete– cuando cada fin de semana cabalgas en tu 4x4 por el carril derecho de otra carretera para llegar primero. Porque tú eres más mosca, más pendejo. No chilles porque nombran a un juez sin concurso cuando te cuadras en el espacio para discapacitados cuando estás enterito, pero andas full.

Ya deja de quejarte de todo lo que el Estado no hace y empieza a emitir tus recibos cuando dictes talleres con tu Power Point copiado. Que no se puede vivir del amor, Romeo. Ya estuvo con andar tuiteando contra “el modelo” si no tienes la menor idea de cuántos hijos tiene tu empleada, a la que haces vivir en una caja y la disfrazas de nana victoriana y –sí, señor– le sigues diciendo “empleada”.

A ver si cada domingo dejas de pontificar sobre la familia y los valores, antes de misa para después entrarle fuerte a interpretar de manera auténtica eso de amar al prójimo como a uno mismo. Ya para de marchar por la vida del no nacido si vas después a marchar en contra de los derechos del que nació gay. Porque no hay nada más lógico que defender una vida futura para joderle después el futuro.

Deja de llenarte la boca con todas las luchas que la justicia social demanda cuando andas más preocupada por entrar en el vestido para el domingo que en la anemia que sufren la mitad de nuestros niños. Y no me entiendas mal: haz dieta. Ponte fit, chapadísimo. O regia. Métele tres horas al día al gimnasio y al botox. Pero no la pegues de poeta maldito el viernes en Barranco; engorda.

Dile la vela verde a los corruptos, como quien termina. Pero por el amor de Cristo, no tengas el desparpajo de pedir justicia de oro cuando tienes carca en el ombligo. Busca un espejo.

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