Que paguen los estafadores

San Marcos es el reflejo del Perú, allí como estudiante fui testigo de la tenacidad de quienes se sobreponen a todas las adversidades posibles que la vida te pueda presentar. Vi con mis propios ojos que cuando un estudiante quiere aprender, no hay barrera que le impida cumplir sus sueños. Estudié con hijos de campesinos, obreros, mineros, señoras jefas de familia que criaron cinco hijos rompiéndose el alma lavando ropa.

Mis compañeros de San Marcos terminaron sus carreras porque existía el comedor universitario, el “burro”, que era el bus que nos llevaba de la ciudad universitaria al comedor de Cangallo que, por ubicarse al costado de la morgue, se le bautizó como “La muerte”.

Cuando veo a los estudiantes de Telesup protestando porque un degenerado comerciante los ha estafado, me indigno, pero… también pienso por qué no sacarse el alma y postular a una universidad nacional, tenemos además de San Marcos a la UNI, la Villarreal, la del Callao, La Molina, en las regiones tenemos buenas universidades en Ica, Trujillo, Arequipa, Cusco.

A diferencia de las universidades nacionales, las particulares, conducidas por degenerados mercaderes de la educación, juegan con la necesidad de los jóvenes para tener mejores posibilidades de empleo cobrando pensiones muy bajas, pero también con calidad de subsuelo.

La tarea de la Sunedu es fundamental para no estafar a estudiantes y esforzados padres de familia que pagan las pensiones, soñando con un proyecto de vida. Aquí está claro que el responsable de los perjuicios a los estudiantes no ha sido la Sunedu, ha sido la universidad que los ha engañado vendiéndoles sueños de oropel en edificios que eran solamente una fachada de pura mentira.