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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El inmortal pasaje del Dr. Rieux en La Peste de Camus ha vuelto a reeditarse con el triunfo electoral de Donald Trump, en una medida aun más deprimente que con el Brexit.

El gobierno debería adoptar algunas medidas apenas sea conveniente. Pongo un ejemplo. El canje de deuda por un bono soberano líquido, por fin, se ve aun más conveniente ahora. Tiene que canjear y emitir globales. Necesitamos una referencia en euros para promover concesiones de infraestructura, ya que Proinversión pronto enterrará a Prodiversión.

Pero la principal lección de la victoria de Trump y del Brexit es otra. Los estadounidenses, ingleses y peruanos odiamos a los políticos. Estamos hartos de que la inmensa mayoría prometa el cielo en la tierra, para luego llegar a medrar, accediendo al poder y el dinero que nunca tendrían en sus opacas vidas como ciudadanos de a pie.

Grandes cambios estructurales que han hecho que los ingresos del ciudadano promedio caigan a lo largo de los últimos gobiernos en esos países se achacaron a los políticos. Acá, con ingresos crecientes hemos producido a Fujimori, Toledo, Alan II y Humala. Con caída de ingresos tuvimos "capitalismo de Estado", el "Nubenauta", Alan I y a Sendero Luminoso. ¿Queremos el caos de vuelta?

¿Qué más tiene que pasar para que tomemos en serio una reforma electoral, política e institucional? ¿Hasta cuándo tendremos, por ejemplo, un Poder Judicial corrupto e indolente?

Si en Estados Unidos e Inglaterra ha pasado esto, Dios nos coja confesados en el reino de las instituciones precarias, políticamente excluyentes, y la búsqueda de rentas.

The Economist acaba de reflexionar sobre los límites de la tecnocracia ausente de política. Hay que enfrentar este reto ya mismo. Ojalá que PPK se haya asustado con lo de Trump. Ojalá el susto lo motive a actuar en esta línea. Estas son las reformas más importantes, de lejos, que siguen pendientes.