Este es un año de reveses para el sector educativo. La luz de esperanza que teníamos para que la carrera magisterial no sea desvirtuada se ha apagado. El Congreso ha rechazado reconsiderar la votación en la que se aprobó el nombramiento automático de docentes. Esta decisión significa que miles de docentes podrán ser nombrados sin pasar por una evaluación previa, siendo un duro golpe a la meritocracia, un pilar fundamental de la carrera magisterial.
¿Cómo explicar que el Congreso avance con esta norma que afecta la calidad de la educación y perjudica el futuro de millones de estudiantes? La única explicación posible es el intercambio de favores: “Yo te apruebo este proyecto, pero tú me apruebas estos otros”. Las terribles consecuencias para nuestro sistema educativo no importan.
Varias voces se han elevado en contra de esta decisión. Tanto el Consejo Nacional de Educación como IPAE han señalado que esta normativa afecta a la Carrera Pública Magisterial, la cual se basa en evaluaciones, capacitaciones y reconocimiento de méritos profesionales para el fortalecimiento de la profesión docente.
El Minedu debería observar esta ley para que regrese al Congreso y se genere un nuevo debate, pero el Congreso no va a cambiar su posición si no alzamos nuestra voz de protesta y pedimos que se cumplan las normas, ya que el futuro de millones de estudiantes está en juego.
No será posible un cambio estructural en la educación de nuestro país sin maestros capacitados que asciendan en función a sus méritos y reconocimiento de sus competencias. Los docentes son el corazón de nuestro sistema educativo, y esta decisión del Congreso es una estocada a una carrera que, como todas, debe funcionar teniendo como base la meritocracia.
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