“El dinero no crece en los árboles. Necesitamos 10 mil Camposoles, 20 mil Virúes, 30 mil Danper Trujillo, 40 mil Vitaprós y 50 mil Cerros Prietos”.
“El dinero no crece en los árboles. Necesitamos 10 mil Camposoles, 20 mil Virúes, 30 mil Danper Trujillo, 40 mil Vitaprós y 50 mil Cerros Prietos”.

En esta vida se nos confían bienes. Se le da a uno cinco talentos, a otro, dos, y a un tercero, uno. A cada uno según su capacidad. Es que todo está prestadito y un servidor puede usar sus talentos y convertirlos en 10, otro en cuatro y un tercero puede hacer un pozo y enterrar su talento.

En la parábola bíblica, al primer y segundo servidor se les premia: “(…) servidor bueno y fiel (…) ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más (…)”. En contraste, al que enterró su talento se le dice: “Servidor malo y perezoso. (…). Quítenle el talento para dárselo al que tiene 10 porque a quien tiene se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene se le quitará aun lo que tiene. (…)”.

A la humanidad están confiadas las labores de sembrar, cosechar, esparcir y recoger. Nosotros somos quienes debemos multiplicar lo que se nos ha dado a mano llena. En el Perú se nos ha dado como 10 pero, en un ir y venir, venimos enterrándolo todo.

El dinero no crece en los árboles. Necesitamos 10 mil Camposoles, 20 mil Virúes, 30 mil Danper Trujillo, 40 mil Vitaprós y 50 mil Cerros Prietos, así como 10 mil veces 10 mil de cada una de ellas y de todas las demás en todo el Perú. ¿Es acaso que no entienden que el 94% del sector informal agropecuario puede producir como lo hace el 4% formal, moderno, exorbitante y tecnificado del Perú? ¿Quieren acaso enterrar la justa ambición de conquistar el mundo y devolver el banco de oro en el que estamos desavisadamente sentados?

Otro enfoque: cosas simples cobijadas en libertad y un Estado imperceptible que las fomente para que realicemos nuestros talentos, produzcamos riqueza y educación y, así, devolvamos sin límites lo que tanto hemos recibido. Otra cosa.

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